Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
que, a sabiendas o no, ponemos obstáculos para asumir la nueva exigencia d<strong>el</strong><br />
saber. No basta con saludar <strong>el</strong> orden nuevo. Se trata de optar por uno o por otro,<br />
colocarse bajo la autoridad de la nueva realidad o desaparecer en un mundo de<br />
decadencia. Si la experiencia más íntima que tenemos nosotros de esta nueva<br />
realidad nos hace optar por <strong>el</strong>la, sólo entonces comenzará la lucha, comenzará la<br />
confrontación con esta exigencia d<strong>el</strong> saber que emana de la juventud [...]. Toda<br />
voluntad de saber adopta la forma de una interrogación y, para nosotros, que<br />
debemos concretar esta exigencia d<strong>el</strong> saber, se trata sobre todo de establecer qué<br />
importancia acordamos al auténtico cuestionamiento. La interrogación no es <strong>el</strong><br />
juego frívolo de la pura curiosidad, la voluntad obstinada de tener razón a toda<br />
costa. El coraje inherente a la pregunta es en sí una respuesta más noble que toda<br />
respuesta artificial, todo sistema de pensamiento artificial. La pregunta enfrenta<br />
con <strong>el</strong> poder a aqu<strong>el</strong> que interroga y r<strong>el</strong>aciona a éste con la esencia de todas las<br />
cosas. Preguntar es siempre marchar a la cabeza, sondear <strong>el</strong> porvenir. He ahí la<br />
actitud fundamental, la aportación de la verdadera enseñanza.<br />
De la r<strong>el</strong>ación complementaria entre aprender y enseñar de<br />
manera «revolucionaria» nacen las actitudes que, para <strong>Heidegger</strong>,<br />
habrán de redefinir en <strong>el</strong> nacionalsocialismo las r<strong>el</strong>aciones entre<br />
estudiante y ciencia, por un lado, y universidad y Estado, por <strong>el</strong> otro.<br />
En esta confrontación con la exigencia d<strong>el</strong> saber encontramos la idea<br />
primera de aqu<strong>el</strong>lo que es la finalidad de la enseñanza y la actitud correspondiente<br />
por parte de quien aprende. Enseñar es hacer aprender, es impulsar a aprender.<br />
Aprender no es recibir y almacenar conocimientos dados. Aprender no es recibir<br />
sino, en <strong>el</strong> fondo, darse a sí mismo. En <strong>el</strong> derecho de aprender, me doy en plena<br />
posición a mí mismo, me doy lo que en <strong>el</strong> fondo de mi ser sé ya y guardo<br />
preciosamente. Aprender es darse a sí mismo fundándose sobre la posesión<br />
originaria de la propia existencia como miembro de un pueblo (Völkisches Dasein),<br />
y tomar conciencia de sí mismo como aqu<strong>el</strong> que codetenta la verdad d<strong>el</strong> pueblo en<br />
su Estado. Enseñar es llevar al alumno a preguntar de tal manera que comprenda<br />
necesariamente su saber; enseñar es permitir que aqu<strong>el</strong> que quiere saber remonte<br />
desde su condición hacia los poderes de la existencia d<strong>el</strong> pueblo a fin de recabar en<br />
<strong>el</strong>los la fuerza estimulante; enseñar es asegurar la mirada esencial hacia <strong>el</strong> ser, es<br />
aprender a poner a un lado lo inesencial. Sólo a partir de este tipo de r<strong>el</strong>aciones de<br />
profesores y alumnos, es decir, en una estrecha comunidad, nace la ciencia. Lo que<br />
es digno de ser sabido es lo que decide dónde se han de ubicar los límites d<strong>el</strong><br />
saber. Así, <strong>el</strong> docente quedará naturalmente implicado en la nueva tarea que<br />
incumbe a los estudiantes, esto es, desarrollar y clarificar la nueva exigencia d<strong>el</strong><br />
saber. Así, <strong>el</strong> docente se convierte en trabajador. Así, <strong>el</strong> estudiante y <strong>el</strong> profesor se<br />
encuentran <strong>el</strong> uno junto al otro en <strong>el</strong> mismo frente. La subordinación al jefe y a la<br />
camaradería surgen espontáneamente, como la camaradería entre los docentes. La<br />
antigua forma de convivencia, la «colegialidad», desaparecerá, porque es<br />
puramente negativa. A través de la obediencia, <strong>el</strong> docente y <strong>el</strong> alumno se integran<br />
en <strong>el</strong> Estado, y la nueva manera de ser se desarrollará como una nueva realidad en<br />
la que la r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> Estado adquiere un nuevo carácter. Por otra parte, ya no<br />
podemos hablar de r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> Estado, puesto que la universidad ha devenido<br />
Estado, <strong>el</strong>emento d<strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> Estado. De esta manera, desaparece <strong>el</strong> carácter<br />
que hasta ese momento poseía la universidad, como un islote vacío dentro de un<br />
Estado vacío.<br />
La crítica v<strong>el</strong>ada que <strong>Heidegger</strong> hace a la afirmación de Hitler —<br />
quien creía que la realidad advendría poco después de la revolución y<br />
que sólo se necesitaba de un desarrollo cuantitativo (una evolución)<br />
— se expresará nuevamente en <strong>el</strong> momento de caracterizar la<br />
159