Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
una verdadera urgencia y una auténtica necesidad. Esta urgencia debe conducirnos<br />
a asumir la pregunta [...] ¿Cuándo y dónde se ha decidido cuál es la pregunta<br />
fundamental de la filosofía y cuál es su esencia propia Fue <strong>el</strong> pueblo griego —cuyo<br />
tronco étnico (Stammesart) y cuya lengua comparte un origen común con nosotros,<br />
los alemanes—quien se puso en marcha para crear a través de sus grandes poetas<br />
y pensadores una nueva forma, única, de existencia histórica d<strong>el</strong> hombre. El<br />
compromiso que se estableció entonces sigue vigente porque las épocas posteriores<br />
no estuvieron a la altura de aqu<strong>el</strong> comienzo. Ese comienzo de la existencia<br />
espiritual e histórica d<strong>el</strong> hombre occidental perdura como un mandato venido de<br />
muy lejos y se anticipa poderosamente sobre nuestro destino de hombre<br />
occidental, y a ese mandato está ligado, lo sabemos, <strong>el</strong> destino alemán. Se nos<br />
plantea la cuestión de saber si queremos la grandeza espiritual de nuestro pueblo,<br />
si tenemos la firme voluntad de asumir una gran misión espiritual entre los pueblos.<br />
Se nos ha preguntado si aprendimos de nuestra experiencia y si<br />
comprendemos que <strong>el</strong> momento actual d<strong>el</strong> destino alemán coloca nuestra existencia<br />
frente a la necesidad de decidir si queremos crear o no un universo espiritual para<br />
<strong>el</strong> porvenir de nuestro pueblo y de nuestro Estado. Si no queremos, o si no<br />
podemos hacerlo, nos caerá encima una barbarie cualquiera, venida d<strong>el</strong> exterior, y<br />
habremos perdido definitivamente la función de pueblo creador de historia.<br />
La tarea de asumir la revolución nacionalsocialista impone, por<br />
lo tanto, para <strong>Heidegger</strong>, una opción política concreta dentro d<strong>el</strong><br />
propio movimiento:<br />
Circula la opinión de que haría falta espiritualizar y ennoblecer la revolución<br />
nacionalsocialista alemana. Yo me pregunto: ¿Con qué espíritu pues ¿Dónde<br />
buscar ese espíritu ¿Sabemos aun qué es <strong>el</strong> espíritu Desde hace tiempo, estamos<br />
convencidos de que <strong>el</strong> espíritu es la perspicacia vacía, <strong>el</strong> juego liberado de la<br />
sutileza, la actividad sin límites de un entendimiento empeñado en disecar, en<br />
descomponer. El espíritu sería así la llamada Razón universal. Y, en cambio, <strong>el</strong><br />
espíritu es desde hace tiempo <strong>el</strong> soplo, <strong>el</strong> viento, la tempestad, <strong>el</strong> compromiso y la<br />
resolución. Hoy no necesitamos espiritualizar <strong>el</strong> gran movimiento de nuestro<br />
pueblo. El espíritu está ya presente. Pero hoy, como siempre ocurre en los<br />
momentos críticos, <strong>el</strong> espíritu está trabado, privado de su universo. Si queremos<br />
llegar a él, es preciso que creemos este universo espiritual, cosa que no se realizará<br />
ni en un día, ni en un año, ni en una década, sino quizás al cabo de un siglo;<br />
entonces es preciso que tengamos la voluntad de comenzar a crear, a librar este<br />
segundo gran combate de nuestra confrontación int<strong>el</strong>ectual contra toda nuestra<br />
historia espiritual, esa historia que nos antecede en <strong>el</strong> tiempo. Para <strong>el</strong>lo, es<br />
necesario empezar a comprender y a captar <strong>el</strong> momento actual, dejando a un lado<br />
todo lo que la historia pasada acarrea de oscuro, de pesado y de insuperable.<br />
Debemos comprender este momento histórico y saber que es suficientemente<br />
grande y rico en fuerzas como para que nos arriesguemos a renovar <strong>el</strong> comienzo<br />
auténtico de nuestra existencia histórica, llevados por la única voluntad de crear un<br />
porvenir espiritual para nuestro pueblo y de asegurarle una vocación entre los otros<br />
pueblos.<br />
Cuando más ad<strong>el</strong>ante analiza la obra fundacional de los griegos<br />
y, en particular, la de Heráclito, Martin <strong>Heidegger</strong> traduce de esta<br />
manera <strong>el</strong> fragmento 53:<br />
La guerra es <strong>el</strong> padre de todos los seres y reina sobre las cosas. A unos los<br />
muestra como dioses, a otros como humanos, a unos como esclavos, a los demás,<br />
libres.<br />
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