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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

cuál es ese proceso en <strong>el</strong> fondo de su ser<br />

<strong>Heidegger</strong> precisará <strong>el</strong> sentido de esta pregunta, de este<br />

cuestionamiento, sin romper con las categorías establecidas ya en<br />

Ser y Tiempo, más bien concretándolas en <strong>el</strong> plano histórico y<br />

trascendental. Como se trata de una cuestión y de una pregunta, aquí<br />

tanto como en 1927, que opera la superación d<strong>el</strong> qué (was) en quién<br />

(wer), no puede ser entendida en la inautenticidad:<br />

Tal interrogación no es una conjetura ociosa, una simple curiosidad ante los<br />

acontecimientos, sino un compromiso espiritual (Einsatz) en <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> más alto, un<br />

cuestionamiento esencial. Para llevar a cabo ese cuestionamiento, soportamos<br />

nuestro destino, nos exponemos nosotros mismos a la oscura necesidad de nuestra<br />

historia. Este cuestionamiento a través d<strong>el</strong> cual un pueblo soporta su existencia<br />

histórica, lo afirma ante <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro y la amenaza, lo expone al riesgo que constituye<br />

la grandeza de su misión que es precisamente <strong>el</strong> cuestionamiento, su filosofar, su<br />

filosofía. La filosofía es la pregunta sobre la ley y la estructura de nuestro ser.<br />

Queremos hacer de la filosofía una realidad en tanto nos planteamos esa pregunta.<br />

Y esta cuestión nos la planteamos en tanto y en cuanto nos atrevemos a la<br />

pregunta fundamental de la filosofía.<br />

Los objetivos atribuidos a la filosofía en Ser y Tiempo han<br />

cambiado, pero no sólo porque la filosofía se hace aquí más concreta.<br />

Si, en 1927, <strong>Heidegger</strong> comprendía <strong>el</strong> ser en <strong>el</strong> mundo, la existencia,<br />

<strong>el</strong> espacio en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> cual podía surgir aqu<strong>el</strong>lo que era<br />

cuestionado, <strong>el</strong> ser, y si este espacio comprendía la posibilidad de ser<br />

individual y colectivamente «auténtico», en 1933, en cambio, y sin<br />

que lo cuestionado (<strong>el</strong> ser) a fin de cuentas haya cedido su lugar a<br />

otro objeto, hay un estatuto y una naturaleza diferente: <strong>el</strong> ser no<br />

debe comprenderse epistemológicamente sino ontológicamente y, a<br />

la vez, como <strong>el</strong> contexto en <strong>el</strong> que ser es identificado por Martin<br />

<strong>Heidegger</strong> con <strong>el</strong> pueblo alemán. Así <strong>el</strong> pueblo alemán debe, a través<br />

de aqu<strong>el</strong>los que lo conducen en <strong>el</strong> plano filosófico, formular la<br />

pregunta de la filosofía pues es él mismo quien ha planteado esta<br />

pregunta y su objeto. En las aulas, en la «más alta escu<strong>el</strong>a d<strong>el</strong><br />

pueblo» surgirá <strong>el</strong> proceso más decisivo de la historia d<strong>el</strong> pueblo<br />

alemán, porque es precisamente en esas aulas donde se puede<br />

responder a la pregunta de «quién» es ese pueblo. Tras haber<br />

afirmado que la estructura y <strong>el</strong> sentido de la pregunta fundamental<br />

de la filosofía se decidieron en <strong>el</strong> comienzo de la filosofía misma,<br />

Martin <strong>Heidegger</strong> continúa analizando las condiciones necesarias para<br />

que esta pregunta pueda a partir de entonces aparecer como tal:<br />

Lo que, por <strong>el</strong> contrario, no ha sido resu<strong>el</strong>to y no podría serlo<br />

d<strong>el</strong>iberadamente, es la cuestión de saber si estamos nosotros mismos<br />

suficientemente preparados y capacitados para volver a encontrar <strong>el</strong> camino hacia<br />

esta pregunta fundamental. Lo que no está resu<strong>el</strong>to es qué será de nosotros si no<br />

somos dignos de la grandeza y d<strong>el</strong> carácter único de esta pregunta. Es preciso que<br />

nos sintamos presionados por una urgencia tal que nos obligue a reencontrar esta<br />

pregunta fundamental. Una cosa está clara: no nos aproximaremos realmente a<br />

esta pregunta fundamental —en tanto pregunta— si no nos sentimos obligados por<br />

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