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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA<br />

I<br />

La polémica causada por la aparición de mi libro, primero en<br />

Francia, luego en Italia, Brasil y Holanda, me ha llevado no sólo a<br />

buscar respuestas adecuadas a las críticas, sino también a reflexionar<br />

sobre los supuestos, las motivaciones y también las consecuencias de<br />

haberlo escrito.<br />

La discusión fundamental, por <strong>el</strong> momento, se ha concentrado<br />

en Europa y en los Estados Unidos. Las críticas formuladas han<br />

puesto de manifiesto <strong>el</strong> contenido de los problemas planteados, pero<br />

a la vez —y sorprendentemente— la forma específica en que comenzó<br />

a articularse <strong>el</strong> debate.<br />

La primera actitud respecto d<strong>el</strong> conjunto de problemas<br />

objetivos que plantea <strong>el</strong> libro fue la de <strong>el</strong>udirlo y desplazar <strong>el</strong> asunto<br />

fundamental a una suerte de inculpamiento recíproco más o menos<br />

característico. Para mis críticos alemanes, lo primero y más<br />

importante fue señalar hasta qué punto «los franceses» habían sido<br />

lo suficientemente ingenuos como para hacer de Martin <strong>Heidegger</strong> <strong>el</strong><br />

«filósofo francés» más importante, sin advertir —por cierto— que los<br />

alemanes desde hacía ya mucho tiempo habían descubierto todas las<br />

implicaciones d<strong>el</strong> filósofo con <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong>. 1 Para algunos italianos,<br />

como Umberto Eco, la cuestión central pasó a ser que —a diferencia<br />

de alemanes e italianos— <strong>el</strong> escándalo era más bien asunto de<br />

franceses y norteamericanos, pues sólo <strong>el</strong>los confundían la filosofía<br />

con la moda. 2 Para otros italianos más reaccionarios, como Gianni<br />

Vattimo, por ejemplo-un asunto preocupante fue saber si detrás de<br />

mi libro se escondía una pretensión filosófica tercermundista. Para los<br />

franceses, ya en la segunda vu<strong>el</strong>ta, <strong>el</strong> asunto principal fue destacar la<br />

necesidad de volver a pensar a <strong>Heidegger</strong> —esta vez en serio - desde<br />

lo esencial d<strong>el</strong> <strong>nazismo</strong>, esto es, desde una cuestión r<strong>el</strong>evante de la<br />

historia alemana que no había sido valorada anteriormente por los<br />

propios afectados. Es la opinión de Jacques Derrida. 4<br />

La polémica en torno de los resultados de mi investigación ha<br />

supuesto, en efecto, especialmente en Francia (la escu<strong>el</strong>a de J.<br />

Derrida y J. Beaufret), en Italia (G. Vattimo y las cristalizaciones d<strong>el</strong><br />

«pensamiento débil») y en los círculos filosóficos o literarios de<br />

Alemania Federal y los Estados Unidos que están bajo la influencia d<strong>el</strong><br />

posmodernismo, un <strong>el</strong>emento de sorpresa. Bajo la apremiante divisa<br />

de alejarse de toda forma de compromiso histórico o social, se había<br />

optado por un pensamiento que, como <strong>el</strong> de Martin <strong>Heidegger</strong>,<br />

parecía ofrecer todas las garantías posibles para una reflexión más o<br />

menos lúdica que abriera las compuertas incluso a la desaparición de<br />

3

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