Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
Schönere Zukunft que, pese a su posición claramente antisemita,<br />
retiró su apoyo al régimen. Que <strong>el</strong> propio Karl Bertsche quien, en <strong>el</strong><br />
número 24 de diciembre de 1939, establecerá sin la menor crítica <strong>el</strong><br />
antisemitismo d<strong>el</strong> monje agustino en su artículo «Abraham a Sancta<br />
Clara über die Lektüre». 347<br />
Las contradicciones entre <strong>el</strong> régimen nazi y la Iglesia católica<br />
aparecieron a niv<strong>el</strong> ideológico, en la polémica entre Alfred Rosenberg<br />
y un importante grupo de profesores católicos que habían criticado su<br />
obra principal El mito d<strong>el</strong> siglo XX (Munich, 1935). Ironizando sobre <strong>el</strong><br />
carácter «científico» que pretendían sus críticos católicos, Rosenberg<br />
consagró capítulos enteros al análisis d<strong>el</strong> vínculo entre la Iglesia y <strong>el</strong><br />
mundo de la magia y la hechicería. Para Rosenberg, la Iglesia y su<br />
vanguardia jesuita habían inventado un mundo para perseguir y<br />
exterminar a todos los herejes, en particular, a los d<strong>el</strong> norte de<br />
Europa. 348 Rosenberg atacaba así uno de los temas predilectos de<br />
Abraham a Sancta Clara. Este último, que había sido testigo de<br />
numerosos procesos por brujería, r<strong>el</strong>ata en sus obras una serie de<br />
condenas a la hoguera («ofrendas a Vulcano») y se complace por<br />
<strong>el</strong>lo, exigiendo que se siga <strong>el</strong> trabajo «de <strong>el</strong>iminación de esta mala<br />
hierba». 349<br />
En su largo capítulo sobre «La demonología» Abraham a Sancta<br />
Clara se prestaba a los ataques de Rosenberg. Desde entonces era<br />
evidente que ni las instancias politicoculturales d<strong>el</strong> régimen, ni la<br />
Iglesia católica, podían apoyar un proyecto tan costoso e importante<br />
como <strong>el</strong> que solicitaba Bertsche.<br />
Sin embargo, la situación cambió hacia 1938 con la anexión de<br />
Austria. El 30 de diciembre de 1938, al día siguiente de la firma de<br />
los acuerdos de Munich por los cuales las potencias occidentales<br />
vendieron Checoslovaquia (los nazis llamaron a ese día «El día de la<br />
pacificación»), Karl Bertsche escribía a Heinrich von Srbik, convertido<br />
en presidente de la Academia de Ciencias de Austria: «Acabo de leer,<br />
en este día de pacificación mundial, la noticia de su nombramiento<br />
como presidente de la Academia de Viena». Después de haber<br />
añadido que Nadler le había aconsejado no insistir sobre <strong>el</strong> proyecto<br />
de editar las obras de Abraham «hasta tanto la situación no se<br />
aclarara», Bertsche supone que ha llegado <strong>el</strong> momento de intentar<br />
nuevas gestiones, «ahora que la anexión de Austria ha dado<br />
nacimiento a esta Gran Alemania, tan deseada por usted desde hace<br />
tanto tiempo». Ahora que «la Alta Academia tiene finalmente un<br />
presidente» es posible pensar en dedicar un monumento «al gran<br />
constructor de un puente entre Alemania y Austria en <strong>el</strong> siglo XVII,<br />
editando sus obras póstumas […] en <strong>el</strong> mismo momento en que los<br />
hermanos, separados durante tanto tiempo, están nuevamente<br />
juntos. ¡Heil Hitler! Karl Bertsche». 350<br />
Las esperanzas de Bertsche de conseguir <strong>el</strong> apoyo de von Srbik<br />
estaban fundadas. Von Srbik era, ya bajo la República de Weimar, un<br />
antidemócrata feroz.<br />
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