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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

martirio ni <strong>el</strong> verdugo podían alejarlos de su fe». 333<br />

En sus obras Lauberhütt y Weink<strong>el</strong>ler, Abraham a Sancta Clara<br />

r<strong>el</strong>ata <strong>el</strong> auto de fe de ochenta judíos en Salzburgo. 331 Sacaba sus<br />

informaciones sobre la vida de los judíos de fuente directa: conocía<br />

bien <strong>el</strong> ghetto de Viena y pudo observar a los judíos con sus propios<br />

ojos, durante un breve período, es verdad, puesto que los judíos<br />

fueron expulsados poco tiempo después. Al llegar a Viena en 1672, <strong>el</strong><br />

problema había sido resu<strong>el</strong>to y la ciudad estaba prácticamente libre<br />

de judíos. Esto explica, dice Loidl, que <strong>el</strong> padre Abraham a Sancta<br />

Clara no se extendiera demasiado sobre <strong>el</strong> tema. 335 Loidl afirma<br />

también que gracias a las «investigaciones detalladas de Karl<br />

Bertsche» ha sido posible comprobar que ciertos editores de obras d<strong>el</strong><br />

padre Abraham a Sancta Clara <strong>el</strong>iminaron los insultos contra los<br />

judíos. 336 Pero ahí está él para recordarlo: «Los descendientes de los<br />

asesinos de Jesús seguramente vieron cómo las semillas que habían<br />

plantado no daban fruto; y sobre sus tumbas, no crecía la hierba. Los<br />

hijos de los judíos que escarnecieron a Jesús nacieron con <strong>el</strong> brazo<br />

derecho más corto. Otros nacieron con dientes de puerco. Los hijos<br />

de aqu<strong>el</strong>los que le dieron vinagre sobre la cruz sienten que sus<br />

narices se llenan de gusanos todos los Viernes Santos. Los hijos de<br />

quienes le escupieron no pueden hacerlo sin que la saliva les salte a<br />

la cara. Quienes lo azotaron han tenido ocasión de ver que, todos los<br />

25 de marzo, la pi<strong>el</strong> de sus niños se cubre de 6666 llagas». 337<br />

«Desde entonces todos los judíos desprenden un mal olor<br />

particular, perceptible especialmente durante la Semana Santa,<br />

castigo que les fue infligido por haber sido los únicos que asistieron a<br />

los milagros de Jesús y no creyeron en él. Su pretensión de esperar<br />

un nuevo Mesías les ha causado toda suerte de desgracias, como la<br />

historia de la hija de un judío que habiendo quedado encinta de un<br />

estudiante hizo creer a todo <strong>el</strong> mundo que su hijo era <strong>el</strong> mesías. Los<br />

judíos de la región se reunieron en gran número para esperarlo y<br />

adorarlo. Cuando nació comprobaron que era una niña; su<br />

indignación fue tal que le arrebataron <strong>el</strong> bebé y lo aplastaron contra<br />

un muro de piedra». 338<br />

«Sus profanaciones son incalculables: los judíos exigen de las<br />

mujeres que empeñen sus vestimentas, que les provean de hostias<br />

consagradas; un judío que, durante una misa, profanó una hostia<br />

mordiéndola, comenzó a dar botes, saltando como un perro en la<br />

iglesia hasta que un santo consiguió arrancárs<strong>el</strong>a de la boca; los<br />

judíos de Deggendorf (Baviera) perforaban las hostias con agujas y<br />

alfileres, los de París (en 1290) las engrillaban. En Bohemia las<br />

cubrían de escupitajos y les daban puñetazos. En Nuremberg, las<br />

machacaban con <strong>el</strong> mortero.» 339<br />

Abraham hizo suyas las afirmaciones d<strong>el</strong> historiador «digno de<br />

fe» Antonius Bousinius: «Cuando los judíos circuncidan a un niño, al<br />

octavo día, éste sufre hemorragias que sólo pueden ser detenidas con<br />

sangre de cristiano». 340<br />

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