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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

Con <strong>el</strong>lo, se abría <strong>el</strong> camino a la equiparación de la polis griega<br />

con la sociedad corporativa fascista d<strong>el</strong> nacionalsocialismo, aqu<strong>el</strong>la<br />

sociedad de caudillos cuyo Estado era obra de «los fuertes»:<br />

La polis constituye <strong>el</strong> lugar d<strong>el</strong> acontecer histórico, <strong>el</strong> allí en <strong>el</strong> cual, a partir<br />

d<strong>el</strong> cual y para <strong>el</strong> cual acontece la historia. A semejante lugar d<strong>el</strong> acontecer<br />

histórico pertenecen los dioses, los templos, los sacerdotes, las fiestas, los juegos,<br />

los poetas, los pensadores, los que ejercen <strong>el</strong> dominio, <strong>el</strong> consejo de los ancianos,<br />

la asamblea d<strong>el</strong> pueblo, las fuerzas armadas, los barcos. Si todo esto es propio de<br />

la polis, si todo esto es político, no es por su r<strong>el</strong>ación con un hombre de Estado, con<br />

un general o con los negocios d<strong>el</strong> Estado. Sino que lo mencionado es político, es<br />

decir, está en <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> acontecer histórico, siempre que los poetas sean sólo<br />

poetas, pero entonces que lo sean realmente, los pensadores sólo pensadores, pero<br />

que lo sean entonces realmente, los sacerdotes sólo sacerdotes, pero que lo sean<br />

entonces realmente, los dominadores sólo dominadores, pero que entonces y por<br />

<strong>el</strong>lo sean solamente gobernantes. Y que lo sean significa que, como ejecutores de la<br />

violencia, la empleen realmente y se conviertan en preeminentes en <strong>el</strong> ser histórico<br />

como creadores, como hacedores.<br />

Por todo eso, la Introducción a la metafísica se convierte en una<br />

Introducción a la política, en la medida en que es trascendentalizada<br />

sin perder su fuerza inherente. Por <strong>el</strong> contrario, a juicio de <strong>Heidegger</strong>,<br />

esta trascendentalización servirá para devolver a «lo político» su<br />

poder decisivo que, sin lugar a dudas, debía conseguirse en <strong>el</strong> ideario<br />

sociopolítico d<strong>el</strong> nacionalsocialismo y en sus concepciones<br />

organizativas. Que esta obra de <strong>Heidegger</strong> deba ser interpretada<br />

como <strong>el</strong> comienzo de su ruptura con <strong>el</strong> nacionalsocialismo y que tal<br />

ruptura debía tener lugar inevitablemente a menos que <strong>Heidegger</strong><br />

renunciara a su pensamiento, parece insostenible. Esta tesis es<br />

defendida sobre todo por Alexander Schwan, cuya afirmación de que<br />

<strong>Heidegger</strong> había dejado de alinearse aquí junto a los<br />

nacionalsocialistas, por haber reconocido <strong>el</strong> carácter totalitario de su<br />

ideología, no coincide con su otra afirmación: que <strong>Heidegger</strong> en 1935<br />

aprobaba todavía <strong>el</strong> Estado totalitario. 60 En la Introducción a la<br />

metafísica, <strong>Heidegger</strong> fundamentó <strong>el</strong> mismo Estado que había<br />

defendido en 1933-34 y, ciertamente, como poder central de una<br />

sociedad compuesta por estamentos y en la cual <strong>el</strong> ejercicio d<strong>el</strong> poder<br />

político sólo debía corresponder a los hombres de Estado,<br />

coincidiendo plenamente en este sentido con <strong>el</strong> fascismo.<br />

Además, Schwan sostiene que <strong>Heidegger</strong> en este trabajo<br />

comprende al «pueblo histórico» como la categoría social central. Ya<br />

que este pueblo adquiere su unidad mediante <strong>el</strong> Estado (como pueblo<br />

en un Estado), <strong>Heidegger</strong> concebiría al pueblo como «obra» d<strong>el</strong><br />

Estado, como «una realización de la verdad» abstracta, e incluso nohistórica.<br />

Pero lo cierto es que <strong>Heidegger</strong> nunca abandonó sus<br />

convicciones en cuanto al carácter cimentador-originario y hasta<br />

sacralizador d<strong>el</strong> pueblo alemán, aunque en esta época ya afirmara en<br />

«la obra» la equivalencia de Estado y pueblo. Pues también en 1935<br />

quería desarrollar <strong>el</strong> Estado sólo a partir d<strong>el</strong> pueblo, d<strong>el</strong> mismo modo<br />

que en 1934 exigía que <strong>el</strong> pueblo se encontrase a sí mismo en <strong>el</strong><br />

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