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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

que no era otra que <strong>el</strong> «espíritu», justamente porque todo iba a<br />

decidirse en él, y porque uno de los indicios d<strong>el</strong> dominio de lo<br />

demoníaco y perverso era la desfiguración de la actividad verdadera<br />

d<strong>el</strong> espíritu. A partir de esta premisa, <strong>Heidegger</strong> formuló su «crítica»<br />

al nacionalsocialismo de una manera absolutamente diferente. Para<br />

<strong>Heidegger</strong> fue decisiva «la reinterpretación d<strong>el</strong> espíritu como<br />

int<strong>el</strong>igencia». El descrédito d<strong>el</strong> ser, r<strong>el</strong>egado «al pap<strong>el</strong> de una<br />

herramienta al servicio de otros, cuyo manejo se puede enseñar y<br />

aprender. 45 Esta nueva interpretación había adquirido tres formas: en<br />

<strong>el</strong> marxismo, la int<strong>el</strong>igencia se puso al servicio de la «regulación y<br />

dominio de las r<strong>el</strong>aciones materiales de producción». En <strong>el</strong><br />

positivismo, se limitó «al orden comprensible y a la explicación de<br />

todo lo siempre presente y ya establecido». Y en <strong>el</strong><br />

nacionalsocialismo desviado de su camino, <strong>el</strong> espíritu fue degradado a<br />

int<strong>el</strong>igencia en la «dirección organizativa de la masa y raza vitales de<br />

un pueblo». La caracterización de las tres variantes de degradación<br />

d<strong>el</strong> espíritu que propuso <strong>Heidegger</strong> parecía diferenciada y exacta. Sin<br />

embargo, mientras condenaba a los dos primeros (marxismo y<br />

positivismo), d<strong>el</strong> tercero observó únicamente su desarrollo erróneo.<br />

Que <strong>Heidegger</strong> también aquí se esforzaba en reconocer la «intrínseca<br />

verdad y grandeza» d<strong>el</strong> movimiento nacionalsocialista, sería obvio<br />

poco después. 46<br />

Si se entiende, como lo hizo <strong>el</strong> marxismo en su forma más extrema, <strong>el</strong><br />

espíritu como int<strong>el</strong>igencia, será absolutamente justo decir en su contra que <strong>el</strong><br />

espíritu, es decir, la int<strong>el</strong>igencia, siempre se tiene que subordinar, dentro d<strong>el</strong> orden<br />

de las fuerzas eficientes de la existencia humana, a la sana capacidad física y al<br />

carácter.<br />

A diferencia d<strong>el</strong> marxismo y d<strong>el</strong> positivismo que deben ser<br />

interpretados sólo como representación de lo demoníaco y perverso,<br />

<strong>el</strong> nacionalsocialismo actúa y piensa «correctamente» en <strong>el</strong> sentido<br />

de una defensa d<strong>el</strong> espíritu. En opinión de <strong>Heidegger</strong>, <strong>el</strong> error d<strong>el</strong><br />

<strong>nazismo</strong> no consistía en emprender y proseguir la lucha basándose en<br />

<strong>el</strong> racismo, sino en <strong>el</strong> hecho de que la estableciera sobre una base<br />

endeble. Ya que «su orden, en sí correcto, se convierte en erróneo<br />

tan pronto como se concibe la esencia d<strong>el</strong> espíritu en su verdad. Pues<br />

toda la fuerza y la b<strong>el</strong>leza verdaderas d<strong>el</strong> cuerpo, la seguridad y la<br />

osadía de la espada, así como la autenticidad y habilidad d<strong>el</strong><br />

int<strong>el</strong>ecto, tienen su raíz en <strong>el</strong> espíritu y hallan su ascenso o su<br />

decadencia sólo en <strong>el</strong> correspondiente poder o impotencia d<strong>el</strong> mismo.<br />

Es lo que soporta y domina, lo primero y lo último, y no sólo un<br />

tercer factor imprescindible». 47<br />

De ahí que para <strong>Heidegger</strong> la alternativa racista o b<strong>el</strong>icista<br />

pudiera devenir verdad. Esta alternativa, que en sí, y para los dos<br />

brazos de la tenaza ofensiva dirigida contra Alemania —<strong>el</strong> marxismo y<br />

<strong>el</strong> positivismo—, parecía para siempre imposible, era, a juicio de<br />

<strong>Heidegger</strong>, perfectamente posible, incluso necesaria para la tercera<br />

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