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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

heideggeriana. Jaensch concluía que <strong>el</strong> estudiante sólo podía llegar a<br />

la etapa en la que «sugiere» que ha comprendido, sin ser capaz de<br />

dar explicaciones coherentes de lo que ha comprendido.<br />

Con ese informe Jaensch envió también una carta de su<br />

hermano, Walter Jaensch, profesor en la Facultad de Medicina de la<br />

Universidad de Berlín, comentando una conferencia sobre la filosofía<br />

de <strong>Heidegger</strong>. La conferencia fue escuchada con respeto y fervor; sin<br />

embargo, estaba claro que quien la había pronunciado no había<br />

comprendido nada. El propio conferenciante, «un psicólogo judío»,<br />

hizo lo posible por explicar, en vano, las cuestiones fundamentales.<br />

«Después de una pausa, no tuve más remedio que decirle al público<br />

que, en mi opinión, nos hallábamos ante ideas producidas por un<br />

alma enferma y que la variante heideggeriana de la filosofía<br />

existencial no era más que un conjunto de necedades esquizofrénicas<br />

que dan la apariencia de profundidad a banalidades que sólo pueden<br />

emanar de un espíritu enfermizo. El intérprete judío de <strong>Heidegger</strong> me<br />

dijo: "Doctor, estoy de acuerdo con usted, pero en estos días resulta<br />

muy p<strong>el</strong>igroso hablar mal de <strong>Heidegger</strong>, ya que por todas parles se<br />

dice que <strong>Heidegger</strong> es <strong>el</strong> mayor pensador de nuestro tiempo y <strong>el</strong><br />

filósofo d<strong>el</strong> nacionalsocialismo. Escuche lo que cantan (en ese<br />

momento las SA pasaban por la calle cantando): si las cosas no<br />

fueran así y si yo no fuera judío, hablaría diferente. ¡Hoy en día es<br />

p<strong>el</strong>igroso oponerse a <strong>Heidegger</strong>!"».<br />

En su informe, escrito con la intención de bloquear <strong>el</strong> acceso de<br />

<strong>Heidegger</strong> a las funciones de director de la Academia (¡23 páginas!),<br />

<strong>el</strong> profesor Jaensch dice entre otras cosas: «Dejar que <strong>Heidegger</strong><br />

ejerza una influencia decisiva sobre la formación y la s<strong>el</strong>ección de las<br />

nuevas generaciones universitarias equivale a dar sitio en las<br />

universidades y en la vida int<strong>el</strong>ectual a una s<strong>el</strong>ección que favorece a<br />

los descendientes de judíos que aún se encuentran entre nosotros<br />

[...]. Las ideas de <strong>Heidegger</strong>, o más bien las ideas de tipo<br />

heideggeriano, puesto que la peste ha empezado a propagarse, van<br />

más allá de la simple estafa a la que nos tenía acostumbrados <strong>el</strong><br />

pasado; estas ideas constituyen una estafa que llega al colmo de lo<br />

patológico […]. Estamos amenazados por una peste int<strong>el</strong>ectual que<br />

puede degenerar en psicosis de masa».<br />

Jaensch subraya, por otra parte, <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro d<strong>el</strong><br />

«revolucionarismo» d<strong>el</strong> filósofo: <strong>Heidegger</strong> se había incorporado al<br />

movimiento nacionalsocialista sólo en razón de su inclinación innata<br />

por todo lo revolucionario, sin hacer ninguna distinción. «Por una<br />

fuente bien informada, sé que él espera <strong>el</strong> momento en que la<br />

revolución haga una pausa entre nosotros. Y estoy seguro de que<br />

este "revolucionario puro", llegado <strong>el</strong> momento, nos abandonará y<br />

cambiará nuevamente de chaqueta.»<br />

Jaensch concluye su testimonio proponiendo para la dirección<br />

de la Academia una lista de tres personas, encabezada por Ernst<br />

Krieck, <strong>el</strong> único que en su opinión tenía una personalidad<br />

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