Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
juega con <strong>el</strong> lenguaje: en realidad, «escucha <strong>el</strong> lenguaje». 327 El<br />
ejemplo <strong>el</strong>egido por <strong>Heidegger</strong> para ilustrar la virtuosidad d<strong>el</strong><br />
lenguaje de Abraham a Sancta Clara no es menos siniestro: «La rima,<br />
<strong>el</strong> sonido armonioso de las palabras y las sílabas es empleado con tal<br />
arte que nos remite a una imagen». El padre Abraham a Sancta Clara<br />
escribe : «Un jefe militar ha golpeado con una fusta la cabeza de los<br />
turcos: cabezas y cabalgaduras rodaron como cacerolas». 328 Pero,<br />
para <strong>Heidegger</strong>, todo <strong>el</strong> esplendor d<strong>el</strong> lenguaje de Abraham a Sancta<br />
Clara se expresa cuando habla de «la blancura de los cisnes»<br />
haciéndola revivir por la imagen de la blancura efímera de la nieve. 329<br />
Martin <strong>Heidegger</strong> lleva a cabo, así, una curiosa síntesis. El<br />
sacerdote fanático ama los cisnes, <strong>el</strong> cru<strong>el</strong> antisemita canta a la<br />
blancura de la nieve, evoca la virtuosidad de las palabras y las sílabas<br />
hablando de cabezas que caen y que ruedan como cacerolas. De<br />
Abraham a Sancta Clara y de sí mismo hace dos ejemplos de lo que<br />
Mitscherlich ha llamado «personas incapaces de experimentar la<br />
conmiseración». Para <strong>Heidegger</strong>, <strong>el</strong> juicio tradicionalmente aplicado a<br />
Abraham a Sancta Clara era injusto: «Este hombre, con frecuencia ha<br />
sido presentado como un personaje grosero, que condena la conducta<br />
de los hombres evocando la muerte y <strong>el</strong> demonio». 330 Conclusión de<br />
<strong>Heidegger</strong>: «La vía tomada por Ulrich Megerle es un signo de<br />
fid<strong>el</strong>idad y d<strong>el</strong> rigor de Abraham a Sancta Clara respecto d<strong>el</strong> destino<br />
que le fue asignado. Prestemos atención a él; lo encontraríamos en<br />
esta reunión, no sólo como un antiguo alumno de una escu<strong>el</strong>a de<br />
Messkirch sino como un maestro para nuestra vida y un maestro de<br />
la lengua». 331<br />
En <strong>el</strong> texto publicado en 1910, <strong>Heidegger</strong> había pintado a<br />
Abraham a Sancta Clara según la óptica de la patria, había valorado<br />
su pap<strong>el</strong> como maestro dirigente y como médico para la «salvación<br />
d<strong>el</strong> alma d<strong>el</strong> pueblo», anticipando así, sobre su propio esquema<br />
pedagógico, <strong>el</strong> de la «educación por <strong>el</strong> ejemplo», d<strong>el</strong> que sólo son<br />
capaces las personalidades eminentes.<br />
Desde <strong>el</strong> punto de vista político, <strong>Heidegger</strong> colocaba a Abraham<br />
a Sancta Clara en la línea d<strong>el</strong> antisemitismo cristiano-social y d<strong>el</strong><br />
populismo reformista d<strong>el</strong> alcalde de Viena, Karl Lueger. Con <strong>el</strong><br />
tiempo, la figura de Abraham a Sancta Clara, su significación social<br />
objetiva se han transformado. <strong>Heidegger</strong> había extraído su primera<br />
imagen d<strong>el</strong> monje agustino d<strong>el</strong> texto Florilegio. Karl Bertsche,<br />
especialista en Abraham y editor de ese texto en 1910, hacía de<br />
Abraham a Sancta Clara <strong>el</strong> «alimento espiritual» de los guerreros<br />
alemanes de la Primera guerra mundial, y más tarde, de la Segunda.<br />
En su escrito sobre «Abraham a Sancta Clara y <strong>el</strong> judaísmo»<br />
(1941), Loidl es —si cabe— aún más explícito y más violento. Tras<br />
haber afirmado que «la época de Abraham fue una época<br />
extraordinariamente decisiva para la judería vienesa», 332 agrega que<br />
«la agitación de los espíritus vieneses condujo a buscar una solución<br />
radical» puesto que entre tanto se había visto claro que «ni <strong>el</strong><br />
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