Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
empírico-histórico y, por otra parte, le faculta para encontrar<br />
instancias histórico-trascendentales, paradigmáticas y únicas en<br />
determinados momentos de la historia. Por consiguiente, se debe<br />
afirmar que <strong>Heidegger</strong> r<strong>el</strong>aciona la historicidad con <strong>el</strong> Ser, y consigue<br />
un fundamento ontológico para la historia, partiendo exactamente d<strong>el</strong><br />
punto donde quedaron las reflexiones de Rickert y Dilthey. Que,<br />
efectivamente, Ser y Tiempo diferencie una perspectiva filosófica de<br />
la historia (partiendo de la historicidad d<strong>el</strong> Ser-ahí) de simples<br />
comprobaciones de hechos, no demuestra, en efecto, una<br />
diferenciación tajante de la historia y de la filosofía; representa más<br />
bien la tentativa de una trascendentalización de la historia y un<br />
enlace de la ontología con la facticidad. Por lo demás, todo esto lo<br />
conduce a una síntesis de filosofía y «vida» en <strong>el</strong> estadio de una<br />
práctica trascendental, en la que conviene tener presente <strong>el</strong><br />
«sentido» de la historia. Por eso, precisamente, <strong>el</strong> acto de filosofar y<br />
la figura d<strong>el</strong> filósofo alcanzan un status privilegiado cuando se<br />
refieren al Ser d<strong>el</strong> hombre. <strong>Heidegger</strong> no transforma la historia en<br />
una sucesión de filosofías (en una historia de la filosofía), sino que<br />
descubre en la filosofía (expresamente, en cuanto comprensión d<strong>el</strong><br />
Ser), la articulación más significativa de aqu<strong>el</strong>la apertura d<strong>el</strong> Ser que<br />
comprende como «Ser-ahí». De modo que los fundamentos de su<br />
compromiso histórico y político tienen que buscarse en una<br />
radicalización de su pensamiento y no en las motivaciones exteriores.<br />
K. Löwith 170 y E. Tugendhat 171 han señalado, con toda razón,<br />
que las r<strong>el</strong>aciones de <strong>Heidegger</strong> con <strong>el</strong> nacionalsocialismo sólo fueron<br />
posibles gracias a su concepción de la verdad, que ya había<br />
formulado en Ser y Tiempo. Su decisión de formular la pregunta por<br />
<strong>el</strong> Ser en un horizonte prepredicativo, en <strong>el</strong> que se produce <strong>el</strong><br />
«desv<strong>el</strong>amiento» de lo que es —la Erschlossenheit— (<strong>el</strong> estado de<br />
desv<strong>el</strong>amiento), anula cualquier posibilidad a la reflexión de encontrar<br />
criterios verificables o falsificables de juicio dentro de una<br />
racionalidad a configurar, intersubjetiva y real. Con <strong>el</strong>lo se abre una<br />
facticidad trascendental, en la cual sólo existe la posibilidad de ver o<br />
no ver lo que se «muestra», sin que se pueda examinar o diferenciar,<br />
respectivamente, la grandeza o la miseria de los acontecimientos<br />
históricos. Esta crítica concuerda con los juicios de Adorno y<br />
Habermas. 172<br />
Por su parte, Hans Eb<strong>el</strong>ing ha indicado que se puede derivar, de<br />
la noción d<strong>el</strong> concepto de libertad expuesto en Ser y Tiempo, la<br />
afinidad de <strong>Heidegger</strong> por <strong>el</strong> nacionalsocialismo. En su opinión, este<br />
concepto de libertad convalida la “dirección hacia <strong>el</strong> dominio de la<br />
arbitrariedad”, y acaba en una negación radical de la igualdad. «El<br />
solipsismo egocéntrico que sólo conoce la desigualdad de los<br />
hombres, y no su igualdad, se sostiene en 1927 de modo tan<br />
absoluto como en 1933. Si en Ser y Tiempo se reconoce la<br />
irregularidad de la anarquía, más tarde, en <strong>el</strong> Discurso d<strong>el</strong> Rectorado,<br />
se reconoce al Estado totalitario. En ambos casos <strong>el</strong> reconocimiento<br />
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