Farias Victor, Heidegger y el nazismo
Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
extraviarse d<strong>el</strong> camino recto, fue absolutamente análogo a lo ocurrido<br />
en <strong>el</strong> siglo XIX, y que <strong>Heidegger</strong> concebía como origen y punto de<br />
partida de todos los p<strong>el</strong>igros y males de entonces. El proceso que se<br />
describe a menudo y con pocas palabras como «<strong>el</strong> hundimiento d<strong>el</strong><br />
idealismo alemán», no tenía nada de eso.<br />
No fue <strong>el</strong> idealismo alemán <strong>el</strong> que se derrumbó, sino que fue la época la que<br />
dejó de tener la fuerza suficiente para estar a la altura de la grandeza, la amplitud<br />
y originalidad de ese mundo espiritual. 41 [...]. La existencia comenzó a desplazarse<br />
hacia un mundo que carecía de aqu<strong>el</strong>la profundidad de la cual lo esencial retorna al<br />
hombre una y otra vez [...]. La dimensión predominante era la de la hinchazón y la<br />
d<strong>el</strong> número [...]. Todo esto se intensificó después en América y en Rusia,<br />
llegándose a un etcétera desmesurado de lo siempre igual y de lo indiferente, hasta<br />
<strong>el</strong> punto de que lo cuantitativo de todo esto degeneró en una extraña cualidad. 42<br />
Al exagerar cualitativamente la agresividad potencial propia de<br />
cada nacionalismo extremo, <strong>Heidegger</strong> se forja un enemigo que había<br />
de exterminar de raíz, justamente por ser demoníaco y perverso:<br />
El predominio de la mediocridad, de lo indiferente, ya no es algo<br />
insignificante y meramente estéril, sino la amenaza de algo que ataca toda<br />
jerarquía y destruye y hace pasar por mentira lo que es espiritual en <strong>el</strong> mundo. Es<br />
<strong>el</strong> embate de aqu<strong>el</strong>lo que llamamos demoníaco (en <strong>el</strong> sentido de lo malvado y<br />
destructor). Hay diversos signos de surgimiento de este imperio de lo demoníaco,<br />
unido al creciente desconcierto e inseguridad de Europa con respecto a <strong>el</strong>la misma<br />
y en sí misma. Uno de <strong>el</strong>los está en <strong>el</strong> debilitamiento d<strong>el</strong> espíritu, en <strong>el</strong> sentido de<br />
su errónea interpretación. Hoy nos hallamos en <strong>el</strong> centro de tal acontecimiento. 43<br />
Tanto en <strong>el</strong> contenido como en la forma, <strong>Heidegger</strong> se refiere<br />
aquí a los sermones fanáticos y maniqueos de su paisano Abraham a<br />
Sancta Clara, que quería llamar la atención sobre <strong>el</strong> verdadero origen<br />
y significado de la peste y «despertar» a la población de Viena a fin<br />
de que cobrara conciencia d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro turco. <strong>Heidegger</strong> integró esta<br />
posición espiritual (compartida por las encíclicas papales) en la<br />
concepción d<strong>el</strong> mundo nacionalsocialista. También Hitler había<br />
diseñado una demonología propia (y no sólo con referencia a los<br />
judíos). Para él, los fundadores d<strong>el</strong> marxismo, «esta enfermedad d<strong>el</strong><br />
pueblo», sólo podían haber sido unos verdaderos demonios, pues sólo<br />
en la mente de un monstruo —y no de un hombre— puede [...]<br />
adquirir forma un plan de organización cuya realización habría de<br />
llevar al derrumbamiento de la cultura humana y, con <strong>el</strong>lo, a la<br />
desolación d<strong>el</strong> mundo. En este caso, como última salvación todavía<br />
quedaba la lucha, la lucha con todas las armas que <strong>el</strong> espíritu<br />
humano, <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ecto y la voluntad pueden imaginarse, sin que<br />
importase entonces a quién diera <strong>el</strong> destino su bendición en <strong>el</strong> platillo<br />
de la balanza. 44<br />
La lucha, que debía ser dirigida desde <strong>el</strong> «centro», tenía que ser<br />
preparada cuidadosamente, como cruzada que habría de aniquilar al<br />
enemigo apocalíptico más extendido en <strong>el</strong> planeta. En opinión de<br />
<strong>Heidegger</strong>, se trataba de afilar <strong>el</strong> arma más importante en esta lucha,<br />
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