Farias Victor, Heidegger y el nazismo
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Víctor <strong>Farias</strong><br />
<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />
entre Francia y Alemania»; 151 Alphonse de Châteaubriant escribió<br />
«Cómo veo al Führer Adolf Hitler». 152 La contribución más <strong>el</strong>egante<br />
fue <strong>el</strong> artículo d<strong>el</strong> doctor Joseph M. Maitre, dirigente de la<br />
Frontkämpferahordnung francesa en 1937: «Los combatientes d<strong>el</strong><br />
frente en Friburgo-en-Brisgau». 152 El autor de este texto describe y<br />
exalta los encuentros amistosos de los ex combatientes de ambas<br />
riberas d<strong>el</strong> Rin.<br />
El artículo de Châteaubriant es único en su género:<br />
A menudo, en torno a Berchtesgaden, <strong>el</strong> domingo, la multitud se reúne en<br />
masa, extiende su mano derecha y entona himnos de alegría. Y él (Hitler) les<br />
responde. Su rostro parece entonces la luz d<strong>el</strong> sol de las montañas, como si<br />
formara parte de <strong>el</strong>las, como una emanación de su luz. Creo que <strong>el</strong> análisis<br />
fisionómico de sus facciones rev<strong>el</strong>a cuatro caracteres esenciales: por la altura<br />
particular de la frente, un alto idealismo; por la construcción de la nariz, dura e<br />
indagante, una notable agudeza de intuición; por la distancia de los orificios de la<br />
nariz a la oreja, una fuerza leonina, y es esto sin lugar a dudas lo que coincide con<br />
la frase d<strong>el</strong> doctor Goebb<strong>el</strong>s: «Posee una vitalidad indomable, nervios de acero,<br />
está a la altura de toda gran situación y no se deja abatir por ninguna crisis». Su<br />
cuarta característica es una inmensa bondad.<br />
Sí, Hitler es bueno. Observadle entre los niños, observadle inclinado sobre la<br />
tumba de aqu<strong>el</strong>los a quienes ama; es inmensamente bueno, lo repito: bueno, con<br />
la convicción perfecta de que esta afirmación escandalosa no impedirá a las<br />
d<strong>el</strong>iciosas, a las incomparables uvas francesas madurar en los viñedos de<br />
Beaugency. 154<br />
El Anuario de Kerber tenía por objetivo entablar <strong>el</strong> diálogo. Pero<br />
no a costa de los principios más caros. Pese al extremismo de la<br />
interpretación de Nietzsche que hizo Spenlé, Kerber creyó necesario<br />
formular objeciones: «El pensamiento de Nietzsche es tan originario<br />
que jamás podrá ser comprendido como una síntesis de la existencia<br />
d<strong>el</strong> sur y d<strong>el</strong> norte. La importancia de su pensamiento reside<br />
precisamente en que reconoce que la miseria histórica de Occidente<br />
ha alcanzado tales extremos que, para superarla, ya no bastará<br />
ninguna síntesis y serán necesarias decisiones absolutamente<br />
originales». 155<br />
La crítica de Kerber se presentaba como una contribución al<br />
diálogo de las diferentes mentalidades de las «dos naciones<br />
culturales». Desde ese punto de vista Kerber exalta la conclusión de<br />
Martin <strong>Heidegger</strong> tal como es formulada en <strong>el</strong> artículo de este último<br />
aparecido en <strong>el</strong> Anuario. 156<br />
En efecto, En camino hacia <strong>el</strong> diálogo es un ejemplo completo<br />
de lo que <strong>Heidegger</strong> entiende por polemos: un combate d<strong>el</strong> que<br />
emerge la verdad y que debe, pese a todo, constituir un diálogo. Los<br />
pueblos llegan a ser en la persona de sus dirigentes espirituales. Una<br />
vez establecidas las reglas d<strong>el</strong> juego, lo único que falta por<br />
determinar es en qué consiste o puede consistir para <strong>el</strong> pueblo<br />
francés y para <strong>el</strong> pueblo alemán «su carácter más específico» a partir<br />
d<strong>el</strong> cual deben poder surgir <strong>el</strong> diálogo y la renovación.<br />
Otto Pögg<strong>el</strong>er quiere ver en esta invitación al diálogo entre los<br />
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