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Farias Victor, Heidegger y el nazismo

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Víctor <strong>Farias</strong><br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> <strong>nazismo</strong><br />

Es decir, decidió fundar <strong>el</strong> movimiento socialcristiano. A partir<br />

de 1913, la Allgemeine Rundschau radicalizó aún más su<br />

antisemitismo y su oposición a la socialdemocracia. Veamos algunos<br />

de sus titulares: «La prensa judía y la socialdemocracia»,<br />

«Nacionalismo alemán y cristianismo social», «Richard Wagner», «El<br />

radicalismo en <strong>el</strong> país de Bade». 85 Sin embargo, la evolución ulterior<br />

de la revista no la llevará a apoyar al nacionalsocialismo en ascenso.<br />

En 1932, se pronunciará abiertamente contra la legalización d<strong>el</strong><br />

NSDAP. 86<br />

Quisiéramos volver a considerar ahora la r<strong>el</strong>ación entre<br />

<strong>Heidegger</strong> y <strong>el</strong> culto al padre Abraham, tal como se presentaba en su<br />

región natal. Pese a su corta edad, Martin <strong>Heidegger</strong> era ya una<br />

figura conocida, y por esta razón encontramos su nombre en <strong>el</strong><br />

homenaje brindado al monje agustino. Así, <strong>el</strong> diario católico de<br />

Messkirch, <strong>el</strong> Heuberger Volksblatt, en su número d<strong>el</strong> 21 de julio de<br />

1909, informaba a sus lectores «que <strong>el</strong> joven Martin <strong>Heidegger</strong>,<br />

estudioso y talentoso hijo d<strong>el</strong> sacristán Friedrich <strong>Heidegger</strong>, ha<br />

obtenido su bachillerato en Friburgo, con las mejores calificaciones, y<br />

desea consagrarse al estudio de la teología».<br />

El 3 de septiembre de 1909 se leía en ese mismo periódico que<br />

«<strong>el</strong> entusiasmo por Abraham a Sancta Clara tiene un fuerte arraigo<br />

entre los estudiantes. Por eso ha surgido la idea de organizar, con la<br />

mayor sobriedad, una fiesta de homenaje a este gran personaje». La<br />

fiesta tuvo lugar <strong>el</strong> 6 de septiembre en la localidad vecina de Hausenim-Tal,<br />

y convocó a un amplio sector de la población. En ese mismo<br />

periódico leemos, <strong>el</strong> 10 de septiembre, que numerosos estudiantes<br />

asistieron a la ceremonia:<br />

Todos venían con <strong>el</strong> mismo propósito: honrar a nuestro gran compatriota,<br />

Abraham a Sancta Clara, rememorar su obra para encontrar en <strong>el</strong>la una fuente de<br />

entusiasmo, un ideal nuevo para nuestra vida profesional [...]. Desde <strong>el</strong> comienzo<br />

éramos conscientes de las dificultades que había que superar para que estas<br />

festividades pudieran realmente c<strong>el</strong>ebrarse. Se necesitaba, ante todo, suscitar <strong>el</strong><br />

entusiasmo y despertar la energía de cada uno, lo cual exigió mucho tiempo. A<br />

continuación, había que designar a aqu<strong>el</strong>los que pronunciarían los discursos y se<br />

encargarían de las tareas concretas: <strong>el</strong> desarrollo de la ceremonia muestra con<br />

bastante claridad hasta qué punto la <strong>el</strong>ección fue la correcta [...]. La presidencia<br />

estaba ocupada, con gran habilidad y juicio, por <strong>el</strong> estudiante en teología Martin<br />

<strong>Heidegger</strong>, de Messkirch. Él inauguró las festividades con palabras poéticas y, en su<br />

breve alocución, recordó <strong>el</strong> motivo d<strong>el</strong> encuentro, a saber, la voluntad de rendir<br />

homenaje al escritor y predicador que había sido Abraham a Sancta Clara.<br />

El periodista describe a continuación los momentos más<br />

notables de la ceremonia, y más tarde se refiere al discurso<br />

pronunciado por <strong>Heidegger</strong>: «Una vez cantados los himnos, <strong>el</strong><br />

presidente <strong>Heidegger</strong> habló, con un estilo propiamente clásico, sobre<br />

las polémicas literarias en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> catolicismo alemán. Expuso,<br />

con términos muy adecuados, las disputas entre las revistas Hochland<br />

y Gral, y demostró claramente cómo Hochland, que se aventura cada<br />

vez más lejos en las aguas d<strong>el</strong> modernismo, con sus críticas<br />

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