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De amor y de muerte

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<strong>de</strong> guardia pudieron hablar <strong>de</strong> hombre a hombre, saltándose las Jerarquías para analizar<br />

las causas <strong>de</strong>l alzamiento militar y sus consecuencias. El país estaba dividido por los<br />

políticos antipatrióticos que <strong>de</strong>bilitaron a la nación convirtiéndola en fácil presa para los<br />

enemigos externos, <strong>de</strong>cía el Teniente Ramírez. El primer <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> un soldado es velar<br />

por la seguridad, por eso tomaron el po<strong>de</strong>r, para <strong>de</strong>volver su fortaleza a la patria,<br />

barriendo <strong>de</strong> paso con sus adversarios internos. Rivera repudiaba la tortura, la<br />

consi<strong>de</strong>raba lo peor <strong>de</strong> esa guerra sucia en la cual estaban sumergidos, no formaba parte<br />

<strong>de</strong> su profesión, no se la habían enseñado, le revolvía las tripas. Resultaba muy distinto<br />

dar un par <strong>de</strong> patadas a un <strong>de</strong>lincuente común como parte <strong>de</strong> la rutina, que martirizar a<br />

un prisionero sistemáticamente. ¿Por qué callaban esos <strong>de</strong>sgraciados? ¿Por que no<br />

hablaban al primer interrogatorio y se ahorraban tanto sufrimiento inútil? Al final todos<br />

confesaban o morían, como ése que iban a fusilar.<br />

--¡Pelotón! ¡Ateeeen. . . !<br />

--Mi Teniente-- susurró a su lado Faustino Rivera, entonces sólo Cabo Primero.<br />

--¡Ponga al prisionero contra el muro, Primero!<br />

--Pero mi Teniente, no pue<strong>de</strong> sostenerse.<br />

--¡Siéntelo entonces!<br />

--¿Dón<strong>de</strong>, mi Teniente?<br />

--Traigan una silla, carajo-- y la voz se le quebró.<br />

Faustino Rivera se volvió al hombre a su izquierda, repitió la or<strong>de</strong>n y el otro partió. ¿Por<br />

qué no lo tiran al suelo y lo matan como a un perro antes que aclare y podamos vernos<br />

las caras? ¿Para qué tanta <strong>de</strong>mora? pensó inquieto pues cada momento había más luz<br />

en el patio. El prisionero levantó la vista y los miró uno por uno con ojos asombrados <strong>de</strong>

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