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De amor y de muerte

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automóviles japoneses tan <strong>de</strong>licados que parecían <strong>de</strong>sechables y las enormes<br />

motocicletas negras con tubos cromados <strong>de</strong> los ejecutivos, en todas las esquinas había<br />

avisos <strong>de</strong> publicidad ofreciendo <strong>de</strong>partamentos exclusivos para gente especial, los viajes<br />

<strong>de</strong> Marco Polo a crédito y los últimos a<strong>de</strong>lantos <strong>de</strong> la electrónica. Proliferaban los sitios <strong>de</strong><br />

diversión con las luces encendidas y las puertas vigiladas hasta el toque <strong>de</strong> queda.<br />

Se comentaba la opulencia, el milagro económico, los capitales extranjeros atraídos a<br />

raudales por las bonda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l régimen. A los <strong>de</strong>scontentos se les calificaba <strong>de</strong><br />

antipatriotas pues la felicidad era obligatoria. Mediante una ley <strong>de</strong> segregación no escrita,<br />

pero conocida por todos, funcionaban dos países en el mismo territorio nacional, uno <strong>de</strong><br />

la élite dorada y po<strong>de</strong>rosa y otro <strong>de</strong> la masa marginada y silenciosa.<br />

Es el costo social, <strong>de</strong>terminaban los jóvenes economistas <strong>de</strong> la nueva escuela y así lo<br />

repetían los medios <strong>de</strong> comunicación.<br />

El automóvil se <strong>de</strong>tuvo en un semáforo y tres harapientas criaturas se aproximaron a<br />

limpiar el parabrisas, ofrecer estampas religiosas, paquetes <strong>de</strong> agujas o simplemente<br />

pedir limosna. Irene y Francisco intercambiaron una mirada, porque ambos estaban<br />

pensando lo mismo.<br />

Cada día hay más pobres.-- dijo Irene.<br />

--¿Vas a comenzar también con esa cantinela? En todos lados hay mendigos. Lo que<br />

pasa es que aquí la gente no quiere trabajar, éste es un país <strong>de</strong> flojos --refutó Beatriz.<br />

--No hay trabajo para todos, mamá.<br />

--¿Qué quieres? ¿Que no haya diferencia entre los pobres y la gente <strong>de</strong>cente?<br />

Irene se sonrojó sin atreverse a mirar a Francisco, pero su madre continuó imperturbable.

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