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De amor y de sombra Isabel Allende
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la viuda más rica del reino. Solo
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cliente. Con algo de suerte tendrí
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--Usted anda con la cara en gloria
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--Cúrala-- rogaba esa mañana mien
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nieta de campesinos, Digna era prud
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trámite le inyectó un líquido en
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Cuando los niños empezaban a camin
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hombre, con mayor razón debía ser
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--Su padre. --¡Basta, por favor! -
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Entonces, para disimular, hizo el j
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Mucho tiempo atrás, en una pequeñ
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provisoriamente con la que tenían
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porque no se había fijado aún la
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de sus giras circenses, la venta de
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Dentro de la vivienda Evangelina pe
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tantas penurias, trabajos y afanes
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Esa noche nadie se encontraba en la
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Sus amigas le recomendaron cursos d
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quisieron saber más de él. Eusebi
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Cuando Francisco Leal llamó a la p
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por obra de magia. Los planos del e
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cartero. Le tendió una mano peque
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liberacionistas en sus campañas de
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aceptar el hecho sin hacer pregunta
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Don Simón le entregó un puñado d
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iniciativa de enterrar las píldora
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Digna le dio las razones tantas vec
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esas desgracias solían ocurrir a q
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más compañía que los pingüinos
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sola ventana en toda la construcci
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Hipólito Ranquileo demoró un larg
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elementos un profundo sentido esté
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--¡Vuélvete!--le ordenaron. El of
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-¿Por qué me tutea? ¿Y en primer
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el oficial recordó las fotografía
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Segunda Parte LAS SOMBRAS La tierra
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y salir eran sometidos a una revisi
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Ella buscó en lo más profundo de
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pómulos de una hermosa modelo, a M
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Francisco Leal también estaba hart
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todos la acompañaron celebrando su
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Hilda toda suerte de cuidados. Era
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enunciar a sus ideales de justicia
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partía a trotar al parque, mientra
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altanero que de partida establecía
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Para Gustavo Morante el Ejército e
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deleitarse en su propia tristeza. U
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la tensión y la ansiedad, pero dis
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quedarse hasta el final. A eso hab
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--Desde entonces nada sabemos de la
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humillaciones, dijo, toda su vida g
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Francisco no retrocedía en el mome
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cualquier motor. Era una bestia sin
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movió, conmovido por una emoción
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Francisco se remontó a los recuerd
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isueños. Ignoraba que vivían el d
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El Profesor comprendió. La conocí
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que hacer, ese amor estaba muerto y
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El hombre se sirvió otro vaso de v
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--Era un buen muchacho, Ranquileo -
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el tiro de gracia a su primer fusil
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A pocos pasos de la plaza de Los Ri
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Los que observaron lo sucedido qued
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--¿Puede llevarme donde los tienen
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Como muchos otros durante el gobier
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extravagancia de la policía. El Ca
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porque entonces la sociedad se iba
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Poco después Irene dio algunos pas
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armas. A pesar de su presencia, Fra
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Llevaron ante los tribunales al Ten
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presuntamente llamada Evangelina Ra
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por unos minutos, pero se cansó mu
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hemipléjico seguía esperando el c
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--Prepararé café, a todos nos hac
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ninguno faltaba. Sólo el sudor que
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--¿Y qué hacemos con los huelguis
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cubierto de harapos, hambriento y c
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Pero ella nada había olvidado. Les
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el cuchillo y el tenedor, pero su p
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Eran las ocho de la mañana cuando
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había recorrido, que podía dibuja
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Abandonaron por último la carreter
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Francisco enrolló una firme faja a
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Se despidieron con un abrazo. El ba