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De amor y de muerte

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--Prepararé café, a todos nos hace falta --replicó Mario saliendo.<br />

Irene pasó varios días recuperando sus fuerzas en ese ambiente refinado y tranquilo,<br />

don<strong>de</strong> Mario y Francisco se turnaban para cuidarla. El dueño <strong>de</strong> casa quiso distraerla con<br />

lecturas frívolas, juegos <strong>de</strong> naipes y las interminables anécdotas acumuladas en su vida,<br />

historias <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong> belleza, <strong>de</strong> sus <strong>amor</strong>es, sus viajes y sus tormentos en la época en<br />

que era sólo el hijo repudiado <strong>de</strong> un minero. Cuando notó que a ella le gustaban los<br />

animales, instaló en su habitación al perrazo negro y los gatos, cambiando el tema si ella<br />

preguntaba por Cleo, porque no <strong>de</strong>seaba darle a conocer su triste fin. Cocinó para su<br />

amiga dietas <strong>de</strong> enferma, veló su sueño y secundó a Francisco en las curaciones.<br />

Clausuró las ventanas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento, corrió las pesadas cortinas, sustrajo los<br />

periódicos y apagó la televisión para que el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l exterior no la perturbara. Si<br />

aullaban las sirenas <strong>de</strong> los carros policiales, pasaban zumbando los helicópteros como<br />

pájaros prehistóricos, sonaban a lo lejos las cacerolas golpeadas o el tableteo <strong>de</strong> las<br />

ametralladoras, aumentaba el volumen <strong>de</strong> la música para que no los oyera. Disolvía<br />

barbitúricos en su sopa para obligarla a <strong>de</strong>scansar y se abstenía <strong>de</strong> mencionar en su<br />

presencia los acontecimientos que convulsionaban la paz <strong>de</strong> opereta <strong>de</strong> la dictadura.<br />

Fue Mario quien llevó a Beatriz Alcántara la noticia <strong>de</strong> que su hija ya no estaba en la<br />

clínica. Tenía intención <strong>de</strong> explicarle la necesidad <strong>de</strong> sacarla <strong>de</strong>l país para salvar su vida,<br />

pero en la primera frase vio su incapacidad para hacerse cargo <strong>de</strong> la situación. La señora<br />

habitaba un mundo irreal don<strong>de</strong> esas <strong>de</strong>sgracias estaban anuladas por <strong>de</strong>creto. Prefirió<br />

<strong>de</strong>cirle que Irene y Francisco habían viajado para disfrutar <strong>de</strong> unas breves vacaciones,<br />

historia inverosímil, dado el estado <strong>de</strong> salud <strong>de</strong> la muchacha, pero la madre la creyó<br />

porque cualquier pretexto le servía. Mario la observó sin piedad, irritado ante aquella<br />

mujer egoísta, indiferente, refugiada en una elegancia <strong>de</strong> ritos y fórmulas, en ese salón<br />

hermético don<strong>de</strong> no entraban los rumores <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scontento. La imaginó a la <strong>de</strong>riva sobre<br />

una balsa con sus ancianos olvidados y <strong>de</strong>crépitos en un mar inmóvil. Como ellos, Beatriz<br />

estaba fuera <strong>de</strong> la realidad, había perdido su lugar en este mundo. Su ínfima seguridad<br />

podía <strong>de</strong>smoronarse en un instante, soplada por el huracán furioso <strong>de</strong> los nuevos

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