16.02.2017 Views

De amor y de muerte

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

atinara a pasar. Por fortuna Irene tenía las i<strong>de</strong>as más lúcidas. Tienes fiebre, le dijo<br />

cuando intentó ten<strong>de</strong>rla sobre la yerba. Tirándolo por la ropa lo condujo hasta la moto y lo<br />

convenció <strong>de</strong> partir, trepándose <strong>de</strong>trás, abrazada a su cintura, soplándole ór<strong>de</strong>nes<br />

perentorias y palabras <strong>de</strong> intimidad al oído, hasta que las sacudidas <strong>de</strong>l vehículo y la luz<br />

blanca <strong>de</strong>l sol atenuaron los ímpetus pasionales <strong>de</strong> su amigo y le <strong>de</strong>volvieron su calma<br />

habitual.<br />

Y así enfilaron <strong>de</strong> nuevo hacia la mina <strong>de</strong> Los Riscos.<br />

Era <strong>de</strong> noche cuando Irene y Francisco llegaron a casa <strong>de</strong> los Leal. Hilda terminaba <strong>de</strong><br />

preparar una tortilla <strong>de</strong> papas y el intenso aroma <strong>de</strong>l café recién colado impregnaba la<br />

cocina. Al quitar la imprenta, esa amplia habitación lució por ve primera sus proporciones<br />

reales y todos pudieron apreciar su encanto: los viejos muebles <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con cubierta<br />

<strong>de</strong> mármol, la nevera anticuada y al centro la mesa <strong>de</strong> mil usos don<strong>de</strong> se reunía la<br />

familia. En invierno constituía el lugar más tibio y acogedor <strong>de</strong>l mundo. Allí, junto a la<br />

máquina <strong>de</strong> coser, la radio y la televisión, encontraban la luz y el calor <strong>de</strong> una estufa a<br />

kerosén, <strong>de</strong>l horno y <strong>de</strong> la plancha. Para Francisco no existía otro sitio mejor. Los más<br />

gratos recuerdos <strong>de</strong> su infancia transcurrieron en ese cuarto jugando, estudiando,<br />

hablando horas por teléfono con alguna novia <strong>de</strong> trenzas escolares, mientras su madre,<br />

entonces joven y muy hermosa, se ocupaba <strong>de</strong> sus quehaceres canturreando aires <strong>de</strong> su<br />

España lejana. El ambiente siempre olía a yerbas frescas y especias para sazonar<br />

guisados y fritangas. Se mezclaban en <strong>de</strong>liciosa armonía ramos <strong>de</strong> romero, hojas <strong>de</strong><br />

laurel, dientes <strong>de</strong> ajo, bulbos <strong>de</strong> cebolla con las fragancias más sutiles <strong>de</strong> la canela, el<br />

clavo <strong>de</strong> olor y la vainilla, el anís y el chocolate para hornear panes y bizcochuelos.<br />

Esa noche Hilda colaba unas cucharadas <strong>de</strong> auténtico café regalo <strong>de</strong> Irene Beltrán. Esa<br />

ocasión merecía sacar <strong>de</strong> la alacena las pequeñas tazas <strong>de</strong> porcelana <strong>de</strong> su colección,<br />

toda diferentes y tan <strong>de</strong>licadas como suspiros. El olor <strong>de</strong> la cafetera fue lo primero que<br />

percibieron los jóvenes al abrir la puerta y los guió al corazón <strong>de</strong> la casa.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!