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extravagancia <strong>de</strong> la policía. El Capitán, sin embargo, no tuvo dudas. Consiguió permiso<br />
para viajar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la guarnición don<strong>de</strong> estaba <strong>de</strong>stinado, para visitar a su antigua novia.<br />
Se presentó vestido <strong>de</strong> civil, obediente a una recomendación <strong>de</strong>l Alto Mando, que no<br />
<strong>de</strong>seaba uniformes en la calle para evitar la impresión <strong>de</strong> un país ocupado. Tocó la puerta<br />
<strong>de</strong> la habitación y Francisco le abrió, sorprendido <strong>de</strong> verlo. Se midieron con los ojos,<br />
averiguando cada uno las intenciones <strong>de</strong>l otro, hasta que un suspiro <strong>de</strong> la enferma los<br />
atrajo precipitadamente a su lado. Irene se encontraba inmóvil sobre la alta cama, como<br />
una doncella <strong>de</strong> mármol blanco esculpida en su propio sarcófago. Sólo el follaje vivo <strong>de</strong><br />
su cabello conservaba la luz. Sus brazos estaban marcados por las agujas y las sondas,<br />
respiraba apenas, tenía los ojos cerrados y a través <strong>de</strong> sus párpados se traslucían<br />
sombras oscuras. Gustavo Morante sintió una <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> horror que lo recorrió entero y<br />
lo <strong>de</strong>jó tembloroso, al ver a esa mujer, cuya frescura lo en<strong>amor</strong>ara, reducida a un pobre<br />
cuerpo lacerado a punto <strong>de</strong> evaporarse en el aire irreal <strong>de</strong>l cuarto.<br />
--¿Vivirá? --balbuceó .<br />
Hacía varios días con sus noches que Francisco Leal la vigilaba y se había habituado a<br />
<strong>de</strong>scifrar los más leves signos <strong>de</strong> mejoría, llevaba la cuenta <strong>de</strong> sus suspiros, medía sus<br />
sueños, observaba sus gestos fugaces. Estaba eufórico porque ella respiraba sin ayuda<br />
<strong>de</strong> una máquina y podía mover con liviandad las puntas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos, pero se dio cuenta<br />
que para el Capitán --ausente cuando ella agonizaba-- esa visión era un golpe<br />
<strong>de</strong>spiadado. Olvidó por completo que el otro era un oficial <strong>de</strong>l Ejército y sólo pudo verlo<br />
como un hombre sufriendo por la mujer que él también amaba.<br />
--Quiero saber lo que pasó --pidió Morante inclinando la cabeza, <strong>de</strong>scompuesto.<br />
Y Francisco Leal se lo contó, sin omitir su propia participación en el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> los<br />
cadáveres, esperando que el <strong>amor</strong> por Irene superase la lealtad al uniforme. El mismo día<br />
<strong>de</strong>l atentado varios hombres armados irrumpieron en la casa <strong>de</strong> la joven dando vueltas a<br />
todo cuanto encontraron a su paso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los colchones que <strong>de</strong>striparon a cuchillo, hasta<br />
los frascos <strong>de</strong> cosméticos y los recipientes <strong>de</strong> la cocina vaciados sobre el piso. Se