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De amor y de muerte

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provisoriamente con la que tenían en brazos hasta aclarar el embrollo ante la autoridad,<br />

pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una huelga <strong>de</strong>l Servicio <strong>de</strong> Salud y un incendio <strong>de</strong>l Registro Civil, don<strong>de</strong><br />

el personal fue remplazado y <strong>de</strong>saparecieron los archivos, se les acabó la esperanza <strong>de</strong><br />

obtener justicia. Optaron por criar a las niñas ajenas como si fueran propias. Aunque<br />

vivían a escasa distancia tenían pocas ocasiones <strong>de</strong> encontrarse, pues sus vidas eran<br />

muy aisladas. <strong>De</strong>s<strong>de</strong> el comienzo acordaron llamarse mutuamente comadre y dar a las<br />

criaturas el mismo nombre <strong>de</strong> pila, por si alguna vez recuperaban el apellido legítimo no<br />

tuviesen necesidad <strong>de</strong> habituarse a un nuevo apodo. También les contaron la verdad<br />

apenas alcanzaron la edad <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r, porque <strong>de</strong> todos modos tar<strong>de</strong> o temprano<br />

iban a enterarse. Todo el mundo en la región conocía la historia <strong>de</strong> las Evangelinas<br />

cambiadas y no faltaría quien fuera con el chisme don<strong>de</strong> las muchachas.<br />

Evangelina Flores resultó una típica campesina morena, <strong>de</strong> ojos vivaces, amplias ca<strong>de</strong>ras<br />

y senos opulentos, bien plantada en sus gruesas y torneadas piernas. Era fuerte y <strong>de</strong><br />

temperamento alegre. A los Ranquileo les tocó una criatura llorona lunática, frágil y difícil<br />

<strong>de</strong> cuidar. Hipólito le otorgaba un trato especial, con respeto y admiración por su piel<br />

sonrosada y su claro pelo, tan raros en su familia. Cuando él estaba en la casa vigilaba<br />

estrechamente a los varones, no fueran a propasarse con esa niña que no era <strong>de</strong> su<br />

misma sangre. En un par <strong>de</strong> ocasiones sorprendió a Pra<strong>de</strong>lio haciéndole cosquillas,<br />

manoseándola con disimulo, besuque ándola, y para quitarle el afán <strong>de</strong> sobarla le propinó<br />

unas zurras que por poco lo <strong>de</strong>spachan a otra vida, porque ante Dios y los humanos<br />

Evangelina <strong>de</strong>bía ser como una hermana. Pero Hipólito sólo permanecía en el hogar<br />

durante algunos meses y el resto <strong>de</strong>l año no podía hacer respetar todas sus ór<strong>de</strong>nes.<br />

<strong>De</strong>s<strong>de</strong> que escapó con un circo a los trece años, Hipólito Ranquileo ejerció ese oficio y<br />

jamás le interesó otro. Su mujer y sus hijos lo <strong>de</strong>spedían cuando comenzaba el buen<br />

tiempo y florecían las carpas remendadas. Iba <strong>de</strong> pueblo en pueblo recorriendo el país<br />

para lucir sus habilida<strong>de</strong>s en agotadoras giras <strong>de</strong> carnaval <strong>de</strong> pobres. Cumplía múltiples<br />

ocupaciones bajo la tienda. Primero fue trapecista y saltimbanqui, pero con los años<br />

perdió el equilibrio y la <strong>de</strong>streza. Luego realizó una corta incursión como domador <strong>de</strong><br />

unas fieras lamentables, que removían su piedad y acabaron con sus nervios. Por fin se

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