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De amor y de muerte

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dándole un aspecto <strong>de</strong> vejez prematura. La piel estaba curtida por el sol <strong>de</strong> la montaña,<br />

los labios agrietados y los hombros heridos con peladuras y ampollas. Encorvado en esa<br />

pequeña bóveda abierta en la roca viva, parecía un bucanero extraviado. Con gran<br />

precaución, usaba sus manos, dos zarpas <strong>de</strong> uñas roídas y sucias, como si temiera<br />

<strong>de</strong>strozar lo que tocaba. Incómodo en su envoltura, parecía haber crecido <strong>de</strong> pronto, sin<br />

tiempo para habituarse a sus propias dimensiones, incapaz <strong>de</strong> calcular el largo y el peso<br />

<strong>de</strong> sus extremida<strong>de</strong>s, chocaba contra el mundo en permanente búsqueda <strong>de</strong> una postura<br />

a<strong>de</strong>cuada. Vivió en esa estrecha guarida durante muchos días, alimentándose <strong>de</strong> liebres<br />

y ratones que cazaba a pedradas. La única visita era Jacinto, enlace entre su solitario<br />

confinamiento y la región <strong>de</strong> los vivos. Ocupaba las horas en la caza, sin emplear el arma<br />

porque <strong>de</strong>bía reservarla para las emergencias. Fabricó una honda y el hambre le afinó la<br />

puntería para matar pajaros y roedores a la distancia. Un tufillo agrio en un rincón <strong>de</strong> la<br />

caverna mostraba el sitio don<strong>de</strong> amontonaba las plumas y los pellejos secos <strong>de</strong> sus<br />

víctimas, para no <strong>de</strong>jar rastros en el exterior. Para engañar el aburrimiento disponía <strong>de</strong><br />

algunas novelas <strong>de</strong> vaqueros enviadas por su madre, que hacía durar lo más posible<br />

pues constituían la única diversión en sus lentos días. Se sentía como el sobreviviente <strong>de</strong><br />

algún cataclismo, tan solo y <strong>de</strong>sesperado que a ratos añoraba los trabajos <strong>de</strong>tcuartel.<br />

--No <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>sertar-- dijo Irene sacudiéndose la modorra que se le había metido en el<br />

alma.<br />

--Si me agarran me fusilan. Tengo que asilarme, señorita.<br />

--Entréguese y no lo fusilarán...<br />

--Estoy jodido <strong>de</strong> todos modos.<br />

Francisco le explicó las dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> obtener asilo en su caso. Al cabo <strong>de</strong> tantos años<br />

<strong>de</strong> dictadura ya nadie salía <strong>de</strong>l país por esa vía. Le sugirió ocultarse por un tiempo,<br />

mientras él trataba <strong>de</strong> obtener documentos falsos para enviarlo a otra provincia don<strong>de</strong><br />

pudiera empezar una nueva vida. Irene creyó haber escuchado mal, porque no podía

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