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<strong>de</strong> eliminar a los soldados para instaurar una tiranía soviética. Sin duda eran adversarios<br />
peligrosos y hábiles, porque hasta ese día nadie se había dado cuenta <strong>de</strong> esos planes<br />
sangrientos, excepto los Comandantes <strong>de</strong> las Fuerzas Armadas, siempre vigilantes <strong>de</strong> los<br />
intereses nacionales. Si ellos no se a<strong>de</strong>lantan, el país estaría hundido en una guerra civil<br />
o habría sido ocupado por los rusos, le explicó el Teniente Juan <strong>de</strong> Dios Ramírez. La<br />
acción oportuna y valiente <strong>de</strong> cada soldado, Ranquileo entre ellos, salvó al pueblo <strong>de</strong> un<br />
<strong>de</strong>stino fatal. Por eso me siento orgulloso <strong>de</strong> llevar el uniforme, aunque algunas cosas no<br />
me gustan, cumplo las ór<strong>de</strong>nes sin hacer preguntas, porque si cada soldado empieza a<br />
discutir las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong> los superiores, todo se vuelve un <strong>de</strong>spelote y la patria se va al<br />
carajo. Me tocó <strong>de</strong>tener a mucha gente, no lo puedo negar, incluso conocidos y amigos<br />
como los Flores. Mala cosa los Flores metidos en el Sindicato Agrícola.<br />
Parecían buenas personas y nadie hubiera imaginado que pensaban asaltar el cuartel,<br />
una i<strong>de</strong>a absurda, ¿cómo se les ocurrió esa locura a Antonio Flores y sus hijos? Eran<br />
gente inteligente y con instrucción. Por suerte a mi Teniente Ramírez le avisaron los<br />
patrones <strong>de</strong> los fundos vecinos y pudo actuar a tiempo. Fue muy duro para mí <strong>de</strong>tener a<br />
los Flores. Todavía me acuerdo <strong>de</strong> los gritos <strong>de</strong> la Evangelina cambiada cuando nos<br />
llevamos a los hombres <strong>de</strong> su familia. Me dolió porque es mi verda<strong>de</strong>ra hermana, tan<br />
Ranquileo como yo. Sí, hubo muchos prisioneros en esa época. Hice hablar a varios<br />
metiéndolos en las caballerizas amarrados <strong>de</strong> pies y manos y golpeándolos sin<br />
compasión, fusilamos también y otras cosas que no puedo <strong>de</strong>cir porque son secretos<br />
militares. El Teniente tenía confianza en mí, me trataba como a un hijo; yo lo respetaba y<br />
admiraba, era un buen jefe y me encargaba misiones especiales don<strong>de</strong> no sirven los<br />
débiles ni los bocones como el Sargento Faustino Rivera, que a la primera cerveza pier<strong>de</strong><br />
la cabeza y empieza a hablar como una vieja. Me lo dijo muchas veces mi Teniente:<br />
Ranquileo, llegarás muy lejos porque eres tan callado como una tumba. Y valiente<br />
también. Callado y valiente, las mejores virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un soldado.<br />
En el ejercicio <strong>de</strong> la autoridad Pra<strong>de</strong>lio perdió el terror <strong>de</strong> sus propios pecados y pudo<br />
eludir el fantasma <strong>de</strong> Evangelina, excepto durante las visitas a su casa. Entonces volvía<br />
la muchacha a agitar su sangre con caricias <strong>de</strong> niña boba, pero ya no parecía una