You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
noche más larga <strong>de</strong> su existencia. La pasó sentado junto a Beatriz en un banco <strong>de</strong>l pasillo<br />
<strong>de</strong> la clínica frente a la puerta <strong>de</strong> Terapia Intensiva, don<strong>de</strong> su amada <strong>de</strong>ambulaba perdida<br />
en las sombras <strong>de</strong> la agonía. <strong>De</strong>spués <strong>de</strong> varias horas en el quirófano, nadie pensaba<br />
que sobreviviría. Conectada a media docena <strong>de</strong> tubos y cables aguardaba su <strong>muerte</strong>.<br />
Los cirujanos la habían abierto en canal y recorrido sus vísceras <strong>de</strong>scubriendo <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> cada puntada un nuevo orificio para remendar. Le colocaron litros <strong>de</strong> sangre y suero,<br />
la atosigaron <strong>de</strong> antibióticos y por último la crucificaron sobre una cama con el suplicio<br />
permanente <strong>de</strong> las sondas, manteniéndola sumida en la niebla <strong>de</strong> la inconsciencia para<br />
que soportara su martirio. Con la complicidad <strong>de</strong>l médico <strong>de</strong> turno, compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> tanto<br />
dolor, Francisco pudo verla por algunos minutos. Estaba <strong>de</strong>snuda, transparente, flotando<br />
en la luz difusa y blanca <strong>de</strong> la sala, con un respirador conectado a un tubo traqueal,<br />
cables que la unían a un monitor cardíaco don<strong>de</strong> una señal apenas perceptible<br />
conservaba la esperanza, varias agujas en sus venas, tan pálida como la sábana, con<br />
dos lunas moradas en los ojos y una masa compacta <strong>de</strong> vendajes en el vientre por don<strong>de</strong><br />
surgían los tentáculos <strong>de</strong> los drenajes abdominales. Un grito mudo se atravesó en el<br />
pecho <strong>de</strong> Francisco y allí permaneció por mucho tiempo.<br />
--¡Es tu culpa! ¡<strong>De</strong>s<strong>de</strong> que apareciste en la vida <strong>de</strong> mi hija empezaron los problemas! --lo<br />
acusó Beatriz apenas lo vio.<br />
Estaba <strong>de</strong>strozada, fuera <strong>de</strong> control. Francisco tuvo hacia ella un impulso <strong>de</strong> simpatía,<br />
porque por primera vez la veía sin artificios, en carne viva, humana, dolida, cercana. La<br />
señora se <strong>de</strong>jó caer en un banco y lloró hasta vaciar todas sus lágrimas. No entendía lo<br />
ocurrido. <strong>De</strong>seaba creer que era un acto <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuencia común, como aseguró la policía,<br />
porque no soportaba la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que a su hija pudieran perseguirla por razones políticas.<br />
No tenía la menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su participación en el hallazgo <strong>de</strong> los cuerpos en la mina y no<br />
quería imaginarla mezclada en turbios asuntos contra la autoridad. Francisco fue a buscar<br />
un par <strong>de</strong> tazas <strong>de</strong> té y se sentaron juntos a beberlas en silencio, unidos por la misma<br />
sensación <strong>de</strong> naufragio.