You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
que no puedas lavarte las manos y permanezcas atado para siempre por eslabones <strong>de</strong><br />
sangre, pobre Ranquileo.<br />
Sentado en la gruta, Francisco Leal recordó su propia emoción la única vez que tuvo un<br />
arma en la mano. Pasó por la adolescencia sin mayores perturbaciones, más interesado<br />
en la lectura que en la militancia política, como una reacción contra la imprenta<br />
clan<strong>de</strong>stina y los inflamados discursos libertarios <strong>de</strong> su padre. Sin embargo, al terminar el<br />
bachillerato lo reclutó un grupúsculo extremista, atrayéndolo con el sueñó <strong>de</strong> una<br />
revolución. Muchas veces volvió atrás en la memoria para preguntarse sobre la<br />
fascinación <strong>de</strong> la violencia, ese vértigo irresistible hacia la guerra y la <strong>muerte</strong>. Tenía<br />
dieciséis años cuando partió al sur con unos guerrilleros novatos, a entrenarse en una<br />
incierta insurrección y una Gran Marcha a alguna parte. Siete u ocho muchachos más<br />
necesitados <strong>de</strong> una niñera que <strong>de</strong> un fusil, formaban aquella escuálida tropa, al mando <strong>de</strong><br />
un jefe tres años mayor, único conocedor <strong>de</strong> las reglas <strong>de</strong>l juego. A Francisco no lo<br />
impulsaba el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> implantar las teorías <strong>de</strong> Mao en América Latina, porque ni siquiera<br />
se había dado el trabajo <strong>de</strong> leerlas, sino una simple y pe<strong>de</strong>stre ansia <strong>de</strong> aventura. Quería<br />
alejarse <strong>de</strong> la tutela <strong>de</strong> sus padres. Dispuesto a probar que ya era un hombre, abandonó<br />
una noche su casa sin <strong>de</strong>cir adiós, llevando en su morral sólo un cuchillo <strong>de</strong> explorador,<br />
un par <strong>de</strong> medias <strong>de</strong> lana y un cua<strong>de</strong>rno para escribir versos. Su familia lo buscó hasta<br />
con la policía y cuando por fin logró averiguar sus pasos, no pudo consolarse <strong>de</strong><br />
semejante <strong>de</strong>sgracia. El Profesor Leal cerró la boca y se sumió en la melancolía, herido<br />
en el alma por la ingratitud <strong>de</strong> ese hijo que partió sin explicaciones. Su madre vistió hábito<br />
<strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s, clamando al cielo la <strong>de</strong>volución <strong>de</strong> su preferido. Para ella,<br />
cuidadosa <strong>de</strong> su apariencia y pendiente <strong>de</strong> la moda para subir o bajar los ruedos <strong>de</strong> las<br />
faldas, agregar pinzas o quitar alforzas, aquello <strong>de</strong>bió significar un enorme sacrificio. Su<br />
marido, quien al principio se dispuso a poner en práctica su experiencia pedagógica y<br />
esperar sin per<strong>de</strong>r la calma el retorno espontáneo <strong>de</strong> Francisco, al ver a su mujer con la<br />
blanca túnica y el cordón celeste <strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s, perdió la paciencia. En un impulso<br />
incontrolable se los arrancó a tirones <strong>de</strong>l cuerpo, vociferando contra la barbarie y<br />
amenazando con marcharse <strong>de</strong> la casa, <strong>de</strong>l país y <strong>de</strong> América si volvía a presentarse con<br />
ese a<strong>de</strong>fesio. Luego, sacudió su reconcomio, echó mano a su exaltado carácter y partió