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De amor y de muerte

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--Una vez Cleo atrapó la estola y cuando la rescatamos parecía arrollada por un tren --<br />

dijo Irene sujetando a la perra.<br />

La actriz guardaba baúles con ropajes antiguos <strong>de</strong> sus obras favoritas, prendas sin uso<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> medio siglo atrás, que <strong>de</strong>sempolvaba con frecuencia para lucirlas ante los ojos<br />

estupefactos <strong>de</strong> sus amigos <strong>de</strong>l hogar geriátrico. Estaba en plena posesión <strong>de</strong> todas sus<br />

faculta<strong>de</strong>s, incluso <strong>de</strong> la coquetería y no había mermado su interés por el mundo, leía los<br />

periódicos y <strong>de</strong> vez en cuando iba al cine. Irene la distinguía entre los <strong>de</strong>más y las<br />

cuidadoras la trataban con <strong>de</strong>ferencia, llamándola doña en vez <strong>de</strong> abuela. Para consuelo<br />

<strong>de</strong> sus últimos días nunca perdió su inagotable imaginación, entretenida en sus propias<br />

fantasías carecía <strong>de</strong> tiempo y ánimo para ocuparse <strong>de</strong> las pequeñeces <strong>de</strong> la existencia.<br />

En sus recuerdos no había caos, los almacenaba en perfecto or<strong>de</strong>n y era feliz<br />

hurgándolos. En ese aspecto tenía mejor suerte que el resto <strong>de</strong> los ancianos, a quienes la<br />

falta <strong>de</strong> memoria borraba episodios <strong>de</strong>l pasado y creaba el pánico <strong>de</strong> no haberlos vivido.<br />

Josefina Bianchi tenía a su haber una vida colmada y su dicha mayor consistía en<br />

recordarla con precisión <strong>de</strong> notario. Sólo lamentaba las ocasiones <strong>de</strong>sechadas, la mano<br />

que no tendió, las lágrimas retenidas, las bocas que no alcanzó a besar. Tuvo varios<br />

maridos y muchos amantes, corrió aventuras sin medir las consecuencias, <strong>de</strong>rrochó su<br />

tiempo con alegría, pues siempre dijo que moriría <strong>de</strong> cien años. Preparó su futuro con<br />

sentido práctico, seleccionando ella misma el hogar <strong>de</strong> ancianos cuando comprendió que<br />

no podría vivir sola y encargó a un abogado la tarea <strong>de</strong> administrar sus ahorros para<br />

asegurarle bienestar hasta el fin <strong>de</strong> sus días. Sentía por Irene Beltrán un entrañable<br />

afecto, porque en su juventud tuvo el cabello <strong>de</strong> ese mismo color fogoso y se recreaba<br />

imaginando que la joven era su biznieta o ella misma en la época <strong>de</strong> su esplendor. Abría<br />

sus baúles repletos <strong>de</strong> tesoros, le mostraba el álbum <strong>de</strong> la fama y le daba a leer cartas <strong>de</strong><br />

en<strong>amor</strong>ados que por ella perdieron la paz <strong>de</strong>l alma y el sosiego <strong>de</strong> los sentidos. Habían<br />

hecho un pacto secreto: el día en que me ensucie en los calzones o ya no pueda<br />

pintarme los labios, me ayudarás a morir, hija, rogó Josefina Bianchi. Como es natural,<br />

Irene se lo prometió.

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