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De amor y de muerte

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Irene pagó la cuenta, con disimulo colocó la grabadora en su bolso y se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su<br />

invitado. Al estrechar su mano sintió el mismo malestar irracional que la invadiera al tomar<br />

la libreta. No pudo mirarlo a los ojos.<br />

El Sargento Faustino Rivera no alcanzó a prestar <strong>de</strong>claración ante el juez, porque esa<br />

misma noche lo arrolló una camioneta blanca que se dio a la fuga, matándolo en forma<br />

instantánea. El único testigo presencial, el Cabo Ignacio Bravo, aseguró que todo sucedió<br />

muy rápido y no alcanzó a fijarse en la placa <strong>de</strong>l vehículo ni en el conductor. La libreta<br />

nunca apareció.<br />

Irene buscó la casa <strong>de</strong> los Flores. Era <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y planchas <strong>de</strong> cinc, igual a todas las<br />

<strong>de</strong>más <strong>de</strong> por allí. La propiedad formaba parte <strong>de</strong> un asentamiento <strong>de</strong> agricultores pobres<br />

que se beneficiaron con algunas hectáreas <strong>de</strong> tierra durante la reforma agraria, pero a<br />

quienes <strong>de</strong>spués se las quitaron, <strong>de</strong>jándoles sólo los pequeños huertos familiares. El<br />

largo camino que cruzaba el valle uniendo las parcelas, fue trazado por los campesinos<br />

con el trabajo <strong>de</strong> toda la comunidad, incluso <strong>de</strong> los ancianos y los niños, que<br />

contribuyeron acarreando piedras.<br />

Por allí entraron los vehículos militares allanando una por una todas las viviendas.<br />

Alinearon a los hombres en una fila interminable, seleccionaron uno <strong>de</strong> cada cinco al azar<br />

y lo fusilaron como escarmiento, dispararon contra los animales, incendiaron los potreros<br />

y se fueron <strong>de</strong>jando atrás un reguero <strong>de</strong> sangre y estropicio. En ese lugar escaseaban las<br />

criaturas porque en muchos hogares faltaba el hombre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía varios años. Los<br />

pocos nacimientos eran celebrados con emoción y los niños recibían los nombres <strong>de</strong> los<br />

muertos, para que nadie pudiera olvidarlos.<br />

Al llegar, Irene creyó que la casa se encontraba <strong>de</strong>shabitada, tal era su aspecto <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>solación y tristeza. Estuvo un rato llamando sin oír siquiera el ladrido <strong>de</strong> un perro. Iba a<br />

dar media vuelta y marcharse, cuando surgió entre los árboles un mujer gris, apenas<br />

visible en el paisaje y le informó que la señora Flores y su hija estaban en el mercado,<br />

don<strong>de</strong> vendían hortalizas.

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