Investigación operativa en planificación familiar: Lecturas Selectas

Impacto 15
transmisión sexual, en particular del VIH/SIDA, comenzó a integrarse a
programas de planificación familiar en los años ochenta, década en la que se
revitalizó la promoción del condón dado que cumplía con un doble propósito:
regular la fecundidad y prevenir las ETS.
La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994,
expandió la preocupación por la salud reproductiva a múltiples áreas nuevas,
como la nutrición materna, la fecundidad adolescente, y la mutilación genital
femenina y otros actos de violencia contra las mujeres.
En los primeros días de la planificación familiar, la investigación operativa
con frecuencia acompañó la implantación de un programa nuevo (véase, por
ejemplo, Faúndes-Latham y cols., 1968). Por consiguiente, los investigadores
estudiaban el programa per se, como intervención, y utilizaban la fecundidad o el
comportamiento anticonceptivo como variable dependiente. En la actualidad, en
programas ya existentes, la IO se diseña, por regla general, con el propósito de
mejorar aspectos específicos, a saber, el acceso, la asignación y movilización de
recursos o la calidad. Como resultado de ello, se espera que el programa
incremente el uso de anticonceptivos, produciendo con ello un impacto sobre la
salud y la fecundidad. En estos estudios, son los indicadores de acceso o calidad
mejorados los que constituyen las intervenciones, siendo el uso de
anticonceptivos o la fecundidad la variable dependiente. En otras secciones de
este volumen se presentan varios artículos de este tipo (por ejemplo, León y
Cuesta, 1993; Foreit K. y cols., 1989; Foreit J. y cols., 1990 y 1992).
Lo contrario también es cierto. Los estudios diseñados para demostrar el
impacto de un programa, ya sea sobre la salud, la regulación de la fecundidad o
la fecundidad en sí, a menudo mejorarán el acceso, intensificarán la asignación
y movilización de recursos, o refinarán la calidad de los servicios. Todos los
proyectos que se examinan en esta sección han mejorado el acceso a la
planificación familiar, con lo que se demuestra que el impacto y el acceso de un
programa tienden a estar estrechamente vinculados. El proyecto de Tailandia, en
el que se capacitó a parteras auxiliares para prescribir anticonceptivos orales
pudo haberse incluido en la sección de Acceso de este libro. En este proyecto,
Rosenfield y Limcharoen (1972:948) consideraron que el significativo impacto de
las actividades correspondientes fue el resultado de haber “acercado los
servicios a la gente.”
Muchos proyectos de impacto mejoran también la calidad de los servicios que
se brindan. Por ejemplo, el proyecto de Bangladesh (Phillips y cols., 1982) demostró
que un programa orientado al usuario, que ofrece una amplia gama de métodos y
que incorpora consejería adiestrada, el tratamiento de efectos secundarios y
servicios auxiliares de salud, será mucho más efectivo que un programa basado en
uno o dos métodos distribuidos por trabajadores no capacitados.