Investigación operativa en planificación familiar: Lecturas Selectas

Impacto 17
tendencias del aborto inducido. Se observaron problemas análogos en otros
estudios, al documentar el impacto sobre la salud materna o infantil, aunque es
probable que un objetivo de todos los estudios haya sido ejercer un impacto
sobre la salud.
Los artículos seleccionados para esta sección jugaron un papel importante
para establecer y mostrar el valor de los programas de planificación familiar. El
artículo de Berelson y Freedman (1964) parece ser el primero en su tipo. En él
se ilustra la gran variedad y complejidad de las cuestiones que deben
considerarse al diseñar y evaluar un programa de planificación familiar que
funcione adecuadamente. Al mismo tiempo, muestra que en un solo proyecto se
pueden manejar y probar hipótesis diversas. El artículo ilustra también la
importancia de realizar experimentos que proporcionen experiencias valiosas
sobre cómo ejecutar y expandir los programas, y sobre lo que se debe evitar. Los
experimentos pueden suministrar evidencia clara para influir sobre las
decisiones de alto nivel en cuanto a la implantación, expansión y continuación
de los programas.
La contribución de Freedman (1998) es valiosa por múltiples razones. Resume
la experiencia con operaciones y otros tipos de investigación de uno de los
científicos más notables en el campo de la planificación familiar, quien ha
seguido de cerca los desarrollos de estos programas en el transcurso de su
historia en las últimas cuatro décadas. Ofrece ejemplos de la relación entre la
investigación operativa y otros tipos de investigación en ciencias sociales en este
campo y, para terminar, cierra el círculo: entre todos los artículos seleccionados
para esta obra, el de Berelson y Freedman (1964), publicado en el Scientific
American, que comenta el estudio Taichung de Taiwán, fue el primero en
aparecer; y el de Freedman (1998), que analiza el mismo estudio tanto como la
experiencia histórica de Taiwán, fue el último en escribirse.
El artículo de Faúndes-Latham y colaboradores (1968) es un buen ejemplo
de cómo recabar evidencia relativa al alcance del impacto de un programa de
planificación familiar sobre la fecundidad. Cuando el artículo se publicó, fue muy
importante la evidencia que proporcionó en cuanto a que en América Latina los
programas de planificación familiar estaban ganando terreno. En la región, la
razón fundamental para introducir programas de planificación familiar fue la de
mejorar la salud reproductiva en general, y contener los abortos en condiciones
de riesgo en particular.
El estudio que realizaron Rosenfield y Limcharoen (1972) fue uno de los
primeros en legitimar el empleo de paraprofesionales en tareas que hasta
entonces sólo habían realizado los médicos. En este artículo se demostró que
una forma de remediar la escasez de médicos en planificación familiar en los
países en desarrollo es mediante la capacitación en planificación familiar de