Investigación operativa en planificación familiar: Lecturas Selectas

426 Janice R. Stevens y Carl M. Stevens
bastante grande: en total se registraron 3.068 beneficiarios que recibieron por lo
menos el pago de un incentivo. Este número representó más de la mitad de
todas las parejas elegibles no esterilizadas en estas áreas de captación. Esta
significativa proporción de registros por parejas elegibles se logró en áreas de
captación en las que las tasas oficiales de prevalencia de métodos temporales se
encontraban por debajo de 5 por ciento de las parejas elegibles. Una vez más,
para la gran satisfacción de los trabajadores de salud multiservicios, éstos
pudieron inmunizar a muchos niños al momento que ocurrían las visitas de los
beneficiarios. Lo anterior, sin embargo, le dejó al escaso personal de
Ammanpettai toda la carga de la detección, los servicios de salud maternoinfantil,
la educación anticonceptiva y los trámites de registro.
El programa Mellatur demostró el poder de los incentivos modestos para
alcanzar un importante objetivo de los programas de planificación familiar —a
saber, atraer a las mujeres a un centro para ofrecerles instrucción sobre
planificación familiar y suministros, al igual que supervisión médica para ellas y
para sus hijos. Sin embargo, la respuesta fue demasiado grande como para que el
reducido personal pudiera proporcionar servicios adecuados durante los días de
registro designados. Se han diseñado programas subsecuentes en instalaciones
gubernamentales para permitir un período de registro más extendido, de tal
manera que únicamente sea necesario ver a un máximo de 40–50 mujeres
aproximadamente en un solo día. Diversas encuestas de seguimiento realizadas
entre el numeroso grupo de participantes en Mellatur han demostrado que la
educación sobre el uso del método al momento del registro era inadecuada, y
que algunas PCs habían sido mal seleccionadas. Algo que fue especialmente
decepcionante fue el pobre seguimiento por parte de los trabajadores de la salud
del gobierno, quienes no obstante estar presentes en las clínicas de incentivos,
no llevaban listas de aceptantes, se les transfería a menudo a otros puestos, o los
dejaban sin que nadie más los reemplazara. Desde entonces, a las PCs se les ha
encomendado la realización de las tareas de seguimiento en áreas originalmente
asignadas a trabajadores de salud que ya no se encuentran activos. Tomando en
consideración estas dificultades, la combinación de un incentivo introductorio
con el seguimiento por parte del trabajador de la salud no ha sido exitosa ni fácil
de evaluar. Igualmente problemático ha sido el suministro gubernamental de
píldoras anticonceptivas (y ocasionalmente de condones), que a menudo se han
agotado; esta situación ha llegado al punto de que las mujeres que reciben estos
suministros se han quedado sin píldoras por espacio de varios meses seguidos.
El éxito logístico mucho mayor del programa de Madras, que emplea a trabajadores
sanitarios del gobierno, puede atribuirse a la mayor proporción de personal
de servicio en relación con la población, a su gran espíritu, a una
supervisión mucho mejor y al apoyo considerable que los más altos niveles del
Servicio de Bienestar Familiar han brindado al programa.