Investigación operativa en planificación familiar: Lecturas Selectas

36 Bernard Berelson y Ronald Freedman
visita domiciliaria programada. En otras palabras, para fines de diciembre casi 40
por ciento de las aceptaciones era atribuible a las visitas domiciliarias directas.
En relación con la eficacia de las distintas concentraciones de esfuerzo, la
proporción de quienes aceptaron anticonceptivos fue sin duda mayor en el sector
de alta densidad, pero este efecto se dio casi por completo dentro de los
propios lins “Todo” (ver cuadro 2). El efecto indirecto —lo que se transmitió de
las áreas de visita domiciliaria a los lins “Nada” y “Correo”— fue notablemente
constante en los tres sectores. Nuestra conclusión tentativa es que se puede
obtener el máximo rendimiento con el mínimo gasto, con algo menos que el
grado de concentración de alta densidad. Finalmente, el efecto agregado de
visitar a esposos y esposas no justificó el gasto, quizás porque en este programa
el método anticonceptivo preferido involucraba a la esposa solamente.
De hecho, la naturaleza del método anticonceptivo tiene más efecto sobre
el éxito de un programa que lo que en general pudo haberse reconocido. Un
método de “una vez” requiere, en el largo plazo, de mucho menos esfuerzo de
campo que un método que depende del reabastecimiento y de una motivación
sostenida. En Taichung, la elección resultó estar abrumadoramente en favor de
los dispositivos intrauterinos, que fueron preferidos por 78 por ciento de quienes
aceptaron anticonceptivos; 20 por ciento eligió uno de los métodos más
tradicionales (principalmente tabletas de espuma o condones), y 2 por ciento la
píldora oral (que era, de hecho, el método mas caro). En otras palabras, las
mismas mujeres eligieron el método de “una sola vez”, cosa que fue
particularmente significativa en vista de la alta eficacia del método y lo que
puede llamarse su “responsabilidad” a través de seguimientos médicos
programados. La revisión a los seis meses muestra que sólo cerca de 20 por
ciento de los dispositivos se había removido o había sido arrojado
involuntariamente, mientras que casi 30 por ciento de las mujeres que eligieron
los métodos tradicionales dejó de practicar la anticoncepción de manera regular.
El estudio de Taichung reveló otra ventaja importante del dispositivo
intrauterino: una impresionante tendencia por informarse de él a través de
difusión indirecta oral, obviando una buena parte de la tarea de comunicación y
persuasión. Casi 75 por ciento de los nuevos dispositivos se aceptó sin necesidad
de una visita domiciliaria, en comparación con sólo 15 por ciento en el caso de
los métodos tradicionales. Los dispositivos intrauterinos se “vendieron” por sí
mismos; en efecto, lo que las visitas domiciliarias hicieron fue asegurar la
aceptación de los métodos tradicionales (ver la figura 6). Desde octubre pasado,
cuando el programa de acción propiamente dicho concluyó, más de la mitad de
quienes aceptaron los anticonceptivos ha acudido proveniente de un círculo
cada vez más grande alrededor de la ciudad, y casi todas estas mujeres han