Investigación operativa en planificación familiar: Lecturas Selectas

362 Alex Nazzar y cols.
estrategias del programa. Como la demanda por la anticoncepción es
básicamente una demanda para espaciar la crianza a futuro, y no tanto para
limitar la fecundidad, la comunicación y el diálogo acerca del programa deben
estructurarse de tal modo que sean consistentes con dichas preferencias y
necesidades. Que los términos para la anticoncepción que utiliza hoy en día el
programa de planificación familiar se traduzcan como “suspensión de la crianza”
—un anatema para las mujeres a quienes se entrevista acerca de este concepto—
es preocupante. Entre los pobladores de Kassena-Nankana existe una buena
comprensión de lo que significa el espaciamiento. 28
Si tu esposa tiene un hijo, durante un breve tiempo sentirás ganas de
tener sexo y la buscarás; es posible que mates al niño anterior. Por
otro lado, si tu esposa tiene un niño pequeño y tú quieres tener sexo,
la alternativa será buscar a otras mujeres. ¿Es bueno esto? Por eso, si
la planificación familiar está ahí y tú la traes, dásela al hombre en
presencia de esta esposa y dile: ‘esta es medicina que le hemos traído
para adog-maake. Úsala para prevenir un embarazo, pero cuando tu
hijo crezca, suspéndela y ten un hijo otra vez’, entonces nos va a
gustar. Esto ayudará a que nuestros hijos crezcan bien.
El panorama que surge de las investigaciones basadas en encuestas de la
demanda anticonceptiva es complejo y está plagado de contradicciones. Las
mujeres creen que las familias grandes son ideales, a pesar de lo cual muchas de
ellas quieren practicar la planificación familiar. Las preferencias personales van
acordes con la noción de que muchas mujeres adoptarán la planificación familiar
si se les ofrecen los servicios; sin embargo, las mismas mujeres consideran que
esas decisiones corresponden, con todo derecho, a otros, quienes serán los que
decidan, y creen que esos otros desean y necesitan muchos hijos y pronto. Desde
luego, los hallazgos de otros estudios hechos en la región señalan que las
mujeres quieren practicar la planificación familiar menos para limitar su
fecundidad que para espaciar los nacimientos o para sustituir las formas anticonceptivas
tradicionales.
La implicación de esta situación es que un esquema excesivamente
simplificado de distribución de anticonceptivos de mujer a mujer puede
funcionar por un tiempo, pero es probable que fracase en el largo plazo. Aunque
muchas de las necesidades ambulatorias de atención a la salud posiblemente se
puedan satisfacer desarrollando un programa clínico basado en el conglomerado
en donde residen las enfermeras comunitarias, un componente de visita
domiciliaria en el programa es crucial para ofrecer los servicios de planificación
familiar. Las inquietudes sobre la confidencialidad de la planificación familiar,
aunadas a las restricciones sociales sobre la movilidad de la mujer, sugieren que
un enfoque de salud comunitaria será mucho más aceptable que un esquema