07.05.2013 Views

Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Los</strong> <strong>jóv<strong>en</strong>es</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>en</strong> <strong>transformación</strong><br />

114<br />

o quizás debamos decir solo humano,tan humano que, como aducía Simmel<br />

arriba, “no ti<strong>en</strong>e fronteras” y Goethe lo sitúa como el nuevo creador de la realidad:<br />

“¿Quién distribuye esa fila, que siempre fluye igual, animándola <strong>en</strong><br />

modo que se mueva con ritmo? ¿Quién llama al individuo al rito <strong>un</strong>iversal,<br />

<strong>en</strong> donde pulsa espléndidos acordes? ¿Quién hace que el huracán de las pasiones<br />

se <strong>en</strong>furezca? ¿Y que los rojos celajes vespertinos ardan con <strong>un</strong> s<strong>en</strong>tido<br />

grave? ¿Quién siembra esas galanas flores primaverales sobre el s<strong>en</strong>dero de la<br />

amada? ¿Quién <strong>en</strong>treteje las insignificantes verdes hojas <strong>en</strong> corona de honor<br />

para galardonar toda clase de méritos? ¿Quién afianza al Olimpo y congrega<br />

a los dioses?. Pues, la fuerza del hombre, pat<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el poeta” (Goethe, 1992,<br />

Vol. 3, 1297). El ad majorem dei gloriam su<strong>en</strong>a ahora como <strong>un</strong> ad majorem<br />

homo gloriam. Pero, el hombre (al m<strong>en</strong>os el hombre moderno) no puede <strong>un</strong>ificar<br />

<strong>en</strong> <strong>un</strong>a totalidad de s<strong>en</strong>tido las difer<strong>en</strong>tes partes de la realidad. “Si hay<br />

algo que hoy sepamos bi<strong>en</strong> es la verdad vieja y vuelta a apr<strong>en</strong>der de que algo<br />

puede ser sagrado, no sólo a<strong>un</strong>que no sea bello, sino porque no lo es y <strong>en</strong> la<br />

medida <strong>en</strong> que no lo es. Tambi<strong>en</strong> sabemos que algo puede ser bello, no sólo<br />

a<strong>un</strong>que no sea bu<strong>en</strong>o, sino justam<strong>en</strong>te por aquello por lo que no lo es. Lo hemos<br />

vuelto a saber con Nietzsche, y, además, lo hemos visto realizado <strong>en</strong> Las<br />

Flores del mal, como Baudelaire tituló su libro de poemas. Por último, pert<strong>en</strong>ece<br />

a la sabiduría cotidiana la verdad de que algo puede ser verdadero, a<strong>un</strong>que<br />

no sea ni bello, ni sagrado, ni bu<strong>en</strong>o” 31 . Es por esta razón que el héroe faústico<br />

protomoderno aparece escindido <strong>en</strong>tre dos almas gemelas (Goethe,<br />

1992, Vol. 3, 1312), he aquí el drama de nuestro jánico protagonista. Era dificil<br />

<strong>en</strong>cerrar <strong>en</strong> <strong>un</strong> solo personaje, el protagonista, a los dos seres que todos<br />

llevamos d<strong>en</strong>tro; por eso Goethe desdobló la personalidad de Fausto y de ese<br />

desdoblami<strong>en</strong>to nació Mefisto. Fausto es el hombre que aspira, que desea, que<br />

se inquieta, pero que no es capaz de actuar. Mefistófeles es la acción, pero la<br />

acción sin escrúpulos, que no repara <strong>en</strong> medios para lograr <strong>un</strong> fin. De la<br />

<strong>un</strong>ión de Fausto —elem<strong>en</strong>to positivo, pero pasivo— con Mefistófeles —elem<strong>en</strong>to<br />

negativo, pero activo— surge la tragedia. A<strong>un</strong>que Mefistófeles t<strong>en</strong>ga la<br />

apari<strong>en</strong>cia del demonio, no es exactam<strong>en</strong>te el ángel caído de que nos habla la<br />

religión cristiana, sino más bi<strong>en</strong> <strong>un</strong>a <strong>en</strong>carnación del espíritu que avanza negando<br />

siempre (por falsación diría Popper). El diablo es <strong>un</strong> crítico demoledor.<br />

Todas las sátiras, todas las burlas, las pone Goethe <strong>en</strong> boca de Mefistófeles.<br />

En sus vertiginosas correrías por el m<strong>un</strong>do, Fausto, aún dominado y<br />

arrastrado por Mefisto, no se deja n<strong>un</strong>ca v<strong>en</strong>cer del todo por sus t<strong>en</strong>taciones.<br />

El recuerdo del primer amor, el amor de Margarita, ha quedado d<strong>en</strong>tro de él<br />

como <strong>un</strong> destello de luz purísima; y ese destello es lo que al final salva su alma.<br />

Fausto no ha asimilado por completo la perversidad de Mefistófeles, pero<br />

si su ansia de acción <strong>en</strong> el m<strong>un</strong>do. Así se manifiesta Mefistófeles <strong>en</strong> el<br />

seg<strong>un</strong>do Fausto: “solo merece libertad y vida qui<strong>en</strong> diariam<strong>en</strong>te sabe con-<br />

(31) M. Weber se hace eco de la difer<strong>en</strong>ciación de esferas culturales de valor, con carácter autorrefer<strong>en</strong>cial, <strong>en</strong><br />

Ci<strong>en</strong>cia como vocación, Madrid, 1975, 216-17.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!