Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net
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<strong>Los</strong> <strong>jóv<strong>en</strong>es</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>en</strong> <strong>transformación</strong><br />
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ye”, que nos deja a merced de temporalidades diversas. Pero no adelantemos<br />
acontecimi<strong>en</strong>tos y recorramos los tres aspectos que quiero remarcar, que además<br />
son interdep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />
(i) En primer lugar, como he dicho, la postmodernidad no es <strong>un</strong> hito más<br />
de la modernidad sino la d<strong>en</strong>ominación de su agotami<strong>en</strong>to, el señalami<strong>en</strong>to del<br />
fin de las formas históricas más características de la modernidad y que han<br />
constituido las fuerzas principales de la modernidad o, mejor, de su modo de<br />
desplegarse como modernización, racionalización o progreso. Quizá el caso más<br />
claro y tratado sea el del sólido sujeto que ha visto como su autonomía, aquella<br />
que le permitía ser eje y motor de los continuos cambios modernos, se iba<br />
mutando <strong>en</strong> <strong>un</strong>a atomización que le desc<strong>en</strong>tra y le resta capacidades tanto <strong>en</strong><br />
su forma de individuo como <strong>en</strong> la forma colectiva, pero igualm<strong>en</strong>te sólida y autodefinida,<br />
de la clase social.<br />
El último tercio del siglo XX puede ser descrito como <strong>un</strong> conj<strong>un</strong>to de procesos<br />
económicos, políticos, tecnológicos y culturales que han ido cortando los<br />
hilos que hacían posible la apar<strong>en</strong>te autonomía de los individuos. Así la inestabilidad<br />
y fragm<strong>en</strong>tación de la forma de familia dominante <strong>en</strong> la modernidad —<br />
<strong>un</strong> proceso del que es parte f<strong>un</strong>dam<strong>en</strong>tal la liberación de la mujer, el creci<strong>en</strong>te<br />
número de separaciones y divorcios, las nuevas formas de familia, etc.— ha dejado<br />
al varón con sus vergü<strong>en</strong>zas (o dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias) emocionales y vitales al aire.<br />
De ahí, por ejemplo, esa especie de suicidio diferido que parece ser lo que subyace<br />
<strong>en</strong> muchos de los episodios de viol<strong>en</strong>cia de género. De ahí que esa costosa<br />
creación de la modernidad que ha sido el individuo, como sujeto autónomo,<br />
personaje c<strong>en</strong>tral de las historietas liberales y protagonista del cine clásico del<br />
oeste (Sólo ante el peligro, pe.), haya visto su posición tan exageradam<strong>en</strong>te individualizada<br />
y separada de ataduras tradicionales que lo que parecía que iba a ser<br />
<strong>un</strong>a celebración de indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y libertad se haya terminado convirti<strong>en</strong>do <strong>en</strong><br />
<strong>un</strong>a búsqueda <strong>en</strong>tre desesperada y nostálgica de id<strong>en</strong>tificaciones, de conexiones,<br />
de lazos de refer<strong>en</strong>cia, ya sean los colores del equipo preferido, ya la etnicidad<br />
regional, ya la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a determinados clubes sociales, etc. Y lo peor, desde<br />
el p<strong>un</strong>to de vista moderno, es que estas colectividades vociferantes o sil<strong>en</strong>ciosas,<br />
pero siempre <strong>en</strong>simismadas, esos “grupos” no sólo desc<strong>en</strong>tran al individuo<br />
sino que además hac<strong>en</strong> que los ag<strong>en</strong>tes colectivos como las clases pierdan las capacidades<br />
de modelación que históricam<strong>en</strong>te habían t<strong>en</strong>ido.<br />
Otra de las formas históricas claves <strong>en</strong> la modernidad que parece haber<br />
perdido de manera irremisible su posición privilegiada como c<strong>en</strong>tro y límite de<br />
la política es el Estado y especialm<strong>en</strong>te el Estado-nación con su monopolio de<br />
la viol<strong>en</strong>cia legítima <strong>en</strong> su territorio. La noción de “sociedad”, que <strong>en</strong> última<br />
instancia siempre se refiere a <strong>un</strong>a sociedad nacional concreta, esto es, significa<br />
la sociedad española, la sociedad francesa, etc. no adquiere ese cont<strong>en</strong>ido como<br />
mera consecu<strong>en</strong>cia de <strong>un</strong> desarrollo teorético sino más bi<strong>en</strong> como efecto<br />
de que la vida social fue dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do cada vez más de <strong>un</strong>os mecanismos, instituciones,<br />
procesos y medios de control ligados a ese poder hegemónico que<br />
era el Estado. De ahí que desde 1648, desde el tratado de Westfalia, se haya