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Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

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estamos hablando al referirnos a la modernidad. Pero cuando algui<strong>en</strong> nos informa<br />

de que esta o aquella doctrina, t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia cultural, costumbre... “repres<strong>en</strong>ta<br />

el espíritu de la modernidad”, t<strong>en</strong>emos razones para ponernos alerta, y para considerar<br />

de la manera más circ<strong>un</strong>specta <strong>un</strong>a afirmación probablem<strong>en</strong>te gratuita.<br />

¿En qué consistirían, <strong>en</strong> efecto, esas ideas, t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias, costumbres supuestam<strong>en</strong>te<br />

modernas? ¿Cómo cabría distinguirlas de las que presumiblem<strong>en</strong>te no<br />

lo son? Obsérvese, a este respecto que <strong>en</strong> la modernidad han coexistido, así a<br />

bote pronto y simplificando mucho el as<strong>un</strong>to, al m<strong>en</strong>os dos espíritus, o dos<br />

grandes líneas de desarrollo espiritual: de <strong>un</strong> lado, el espíritu ascético, que estaría<br />

repres<strong>en</strong>tado por esa magna trilogía que <strong>en</strong>carnarían las figuras de Calvino,<br />

Ignacio de Loyola y Kant; y por otra parte el espíritu, digamos, de la s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>talidad,<br />

o de la subjetividad s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tal. Esta veta s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tal de nuestra<br />

tradición estaría repres<strong>en</strong>tada sobre todo por los místicos, Rousseau, los románticos,<br />

la revolución de la flores <strong>en</strong> el San Francisco de 1966, etc. Pues bi<strong>en</strong>,<br />

¿a qué nos referimos cuando a veces hablamos tan tranquilos del espíritu de la<br />

modernidad? ¿Estamos hablando del romanticismo, o del imperativo categórico?<br />

¿De la revolución de las flores, o de los bombardeos de napalm que los B-<br />

52 realizaban <strong>en</strong> Vietnam por aquellas mismas fechas, como materialización<br />

mortífera de la moderna racionalidad instrum<strong>en</strong>tal?<br />

El debate sobre la modernidad sólo cobra perfiles definidos, <strong>en</strong> torno a los<br />

cuales podemos establecer <strong>un</strong> cons<strong>en</strong>so, cuando llevamos la discusión del terr<strong>en</strong>o<br />

impreciso de la cultura espiritual, a otro ámbito m<strong>en</strong>os delicuesc<strong>en</strong>te; el<br />

que nos suministra la cultura material y ci<strong>en</strong>tífico-técnica —ese dominio <strong>en</strong> el<br />

que se manifiesta el g<strong>en</strong>uino “espíritu objetivo” 2 , de cada sociedad—. Mas lo<br />

que <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> este terr<strong>en</strong>o, como se ha señalado más arriba, es <strong>un</strong>a serie<br />

de instrum<strong>en</strong>tos de civilización creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te poderosos, que han ido surgi<strong>en</strong>do<br />

como consecu<strong>en</strong>cia de procesos históricos complejos, y que han logrado<br />

articularse los <strong>un</strong>os con los otros con efectos cada vez más prof<strong>un</strong>dos y abarcadores.<br />

Son estos instrum<strong>en</strong>tos los que, movidos por las pasiones y los<br />

intereses de los actores sociales, pero dotados de <strong>un</strong>a dinámica propia, se han<br />

aplicado con éxito <strong>en</strong> los últimos siglos a la <strong>transformación</strong> de la naturaleza, la<br />

sociedad y el propio ser humano.<br />

Modernidad, diversidad y conflicto<br />

A este respecto convi<strong>en</strong>e subrayar algo <strong>en</strong> cierto modo obvio, pero que sin<br />

embargo muchas veces se pasa por alto. Si la modernidad ha sido tan produc-<br />

produzca <strong>un</strong>a extinción casi completa de las civilizaciones que las han <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado o las han hecho suyas. El tiempo<br />

histórico, <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que lo es g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te, es decir, <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que se pliega sobre sí mismo como memoria<br />

social de <strong>un</strong>a colectividad, es <strong>un</strong> tiempo radicalm<strong>en</strong>te irreversible; por eso no puede n<strong>un</strong>ca rebobinarse. Otra característica<br />

reseñable de las indicadas herrami<strong>en</strong>tas es su difusividad transcultural: sociedades y culturas muy distintas<br />

de las que estuvieron <strong>en</strong> su orig<strong>en</strong> pued<strong>en</strong> adoptarlas y hacerlas prosperar.<br />

2 En <strong>un</strong> s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> cierto modo afín al de Hegel (1966).<br />

<strong>Los</strong> <strong>jóv<strong>en</strong>es</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>en</strong> <strong>transformación</strong><br />

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