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Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

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<strong>Los</strong> <strong>jóv<strong>en</strong>es</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>en</strong> <strong>transformación</strong><br />

124<br />

cirse los cu<strong>en</strong>tos de Poe: El misterio de Marie Rogêt, <strong>Los</strong> crím<strong>en</strong>es de la calle Morgue,<br />

La carta robada. El cont<strong>en</strong>ido social originario de las historias detectivescas<br />

es la difuminación de las huellas de cada <strong>un</strong>o <strong>en</strong> la multitud de la gran ciudad.<br />

El flâneur es para Poe ese que <strong>en</strong> su propia sociedad no se si<strong>en</strong>te seguro,<br />

por eso busca la multitud. “La multitud no es sólo el asilo más reci<strong>en</strong>te para el<br />

desterrado, además es el narcótico más reci<strong>en</strong>te para el abandonado. El flâneur<br />

es <strong>un</strong> abandonado <strong>en</strong> la multitud. Y así es como comparte la situación de las<br />

mercancías” (B<strong>en</strong>jamin, 1972, 71). El flâneur es, tanto para Poe como para<br />

Baudelaire el hombre de la multitud. Baudelaire amaba la soledad, pero la<br />

quería <strong>en</strong> la multitud (Baudelaire, 1994, 66-67), preludiando lo que luego<br />

Riesman acuñará como “muchedumbre solitaria”. El pasaje es la forma clásica<br />

del interior ( así es como el flâneur se imagina la calle). Al comi<strong>en</strong>zo la calle se<br />

le hizo interior y ahora se le hace ese interior calle. B<strong>en</strong>jamin sintetiza muy bi<strong>en</strong><br />

los <strong>en</strong>foques de Hugo y Baudelaire así: “En el mismo mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que Victor<br />

Hugo celebra la masa como héroe del epos moderno, Baudelaire escruta para el<br />

héroe <strong>un</strong> lugar de huída <strong>en</strong> la masa de la gran ciudad. Hugo, como “citoy<strong>en</strong>” se<br />

pone <strong>en</strong> el lugar de la multitud; Baudelaire se separa de ella <strong>en</strong> cuanto héroe”<br />

(B<strong>en</strong>jamin, 1972, 83).<br />

Flanear (Flânerie) puede asociarse a <strong>un</strong>a forma de mirar, de observar (la g<strong>en</strong>te,<br />

los tipos sociales, los difer<strong>en</strong>tes contextos y constelaciones sociales), <strong>un</strong>a forma<br />

de leer la ciudad y a su población (sus imág<strong>en</strong>es espaciales, su arquitectura,<br />

sus configuraciones humanas) y también <strong>un</strong>a forma de leer textos escritos (<strong>en</strong><br />

el caso de B<strong>en</strong>jamin de la ciudad y del final del siglo XIX —de sus textos y de los<br />

textos sobre la ciudad, incluso de los textos como laberintos urbanos) 51 . La dialéctica<br />

del flanear se manifiesta <strong>en</strong> que, por <strong>un</strong>a parte, el hombre que se si<strong>en</strong>te<br />

observado por todos y por todo, como persona totalm<strong>en</strong>te sospechosa, por otra<br />

parte, es totalm<strong>en</strong>te indescubrible al ser <strong>un</strong>a persona “invisible” 52 .<br />

Para B<strong>en</strong>jamin <strong>en</strong> el flâneur ti<strong>en</strong>e lugar <strong>un</strong>a afinidad <strong>en</strong>tre la multitud y la<br />

mercancia: “El flâneur es algui<strong>en</strong> abandonado <strong>en</strong> la multiud. En esto comparte<br />

la situación con la mercancia. El no es consci<strong>en</strong>te de esta situación especial<br />

que lo narcotiza para aliviarle de tantas humillaciones. La intoxicación a la que<br />

el flâneur se rinde es la intoxicación de la mercancia <strong>en</strong> torno a la que surge la<br />

corri<strong>en</strong>te de consumidores” (B<strong>en</strong>jamin, 1973, 55). La ciudad moderna de la luz<br />

—aquella que ha colonizado la noche, primero con linternas, después con electricidad<br />

y finalm<strong>en</strong>te con carteles y señales de neón— es el espacio del paseante<br />

solitario. La ciudad de los espejos —<strong>en</strong> la que la propia multitud devi<strong>en</strong>e espectáculo—<br />

refleja la imag<strong>en</strong> de la g<strong>en</strong>te como consumidores más que como<br />

productores, mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do el lado diabólico de <strong>un</strong>as relaciones de producción<br />

asimétricas, virtualm<strong>en</strong>te invisible, al otro lado del espejo 53 . Para B<strong>en</strong>jamin lo<br />

(51) Ver el artículo de D. Frisby: “The Flâneur in Social Theory” <strong>en</strong> The Flâneur, Londres, 1994, 82-83.<br />

(52) W. B<strong>en</strong>jamin, Das Passag<strong>en</strong>-Werk, Frankfurt, 1985, Vol. 1, 529. Sobre la inserción de Simmel y B<strong>en</strong>jamin<br />

<strong>en</strong> la crítica de la cultura del consumo ver el excel<strong>en</strong>te trabajo de J. M. Marinas: “Simmel y la cultura del consumo”<br />

<strong>en</strong> Georg Simmel <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario de la Filosofía del Dinero, REIS, 89, 2000.<br />

(53) Ver el excel<strong>en</strong>te texto de S. Buck-Morss, The Dialectic of Seeing, Cambridge, Mass, 1989, 81.

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