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Los jóvenes en un mundo en transformación Prof ... - Xuventude.net

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<strong>Los</strong> <strong>jóv<strong>en</strong>es</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>en</strong> <strong>transformación</strong><br />

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pedirse y no solam<strong>en</strong>te de las cosas y de los otros sino de <strong>un</strong>o mismo, vamos<br />

cambiando, evolucionando. Como dijo Montaigne “La muerte es más fácil para<br />

aquellos que se han ocupado de ella durante la vida”.<br />

Llevar esto a la escuela no es nada más que facilitar el espacio para que los<br />

alumnos se expres<strong>en</strong> <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de sufrimi<strong>en</strong>to, dolor o fracaso. Con el respeto<br />

y el cuidado de no introducir ning<strong>un</strong>a nueva cre<strong>en</strong>cia, sólo <strong>en</strong> ese permitir<br />

su expresión y el hecho de compartirlo, le garantiza <strong>un</strong> espacio cálido y<br />

seguro para que elabore lo que t<strong>en</strong>ga que elaborar según su madurez.<br />

C. Educar para la muerte abarca:<br />

C.1.-La educación emocional. Ya que abre ese espacio donde se pued<strong>en</strong> expresar<br />

y compartir miedos, angustias y temores <strong>en</strong> <strong>un</strong> <strong>en</strong>torno de confianza, seguridad,<br />

respeto y afectividad.<br />

“<strong>Los</strong> chicos y las chicas, los adultos cambiarían su forma de comportarse y<br />

juzgar el m<strong>un</strong>do si fueran imbuidos de su final. Y tampoco se trata de amargarlos<br />

sino de espabilarlos. La razón de introducir la muerte <strong>en</strong> las escuelas sería<br />

la de proveerles de <strong>un</strong>a perspectiva más cierta e int<strong>en</strong>sa de la vida real. La<br />

idea de la solidaridad, del dinero, del amor, ganaría el incalculable valor que<br />

proporciona la pres<strong>en</strong>cia de la mortalidad” (Vic<strong>en</strong>te Verdú “La <strong>en</strong>señanza del<br />

fin”, artículo para “El País”, 5 de julio de 2002.<br />

C.2.-La educación para la democracia. Ya que hemos visto como fom<strong>en</strong>ta el<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to crítico, la participación, la responsabilidad, el respeto, el considerar<br />

al otro igual a mí y difer<strong>en</strong>te.<br />

C.3.-. La educación para la interculturalidad. A través del estudio de otras<br />

culturas y de la nuestra a través del tiempo (Antropología comparada) podemos<br />

relativizar el poder hegemónico de nuestra manera de p<strong>en</strong>sar y de nuestras cre<strong>en</strong>cias<br />

y <strong>en</strong>riquecernos con la diversidad de formas de <strong>en</strong>carar la muerte.<br />

C.4.- La educación estética. P<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> la muerte, nos devuelve la mirada al<br />

pres<strong>en</strong>te y a apreciar la belleza de lo que nos rodea y de los que nos rodean.<br />

D. Educar para la muerte es abrir <strong>un</strong> espacio al s<strong>en</strong>tido de trasc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia.<br />

El hombre ha g<strong>en</strong>erado desde siempre mitos y dioses, las iglesias y las corri<strong>en</strong>tes<br />

cristianas organizaron <strong>en</strong> gran medida la visión occid<strong>en</strong>tal de la id<strong>en</strong>tidad<br />

humana y de nuestra f<strong>un</strong>ción <strong>en</strong> el m<strong>un</strong>do, pero estaremos de acuerdo <strong>en</strong><br />

que han perdido gran parte del control sobre la s<strong>en</strong>sibilidad y exist<strong>en</strong>cia cotidiana.<br />

Steiner (1974) nos habla de que esa pérdida de control ha g<strong>en</strong>erado <strong>un</strong><br />

vacío que han int<strong>en</strong>tado ll<strong>en</strong>ar otros grandes movimi<strong>en</strong>tos de explicación del<br />

m<strong>un</strong>do, el marxismo y el psicoanálisis, <strong>en</strong>tre ellos, pero que al no haberlo conseguido,<br />

seguimos perdidos, desori<strong>en</strong>tados. Lipovetsky (1986) nos habla tam-

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