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Alimentación salud y cultura - SANHISO C. International health and ...

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Diversos autores<br />

Como se observa, la prevalencia de TCA oscilaría entre 0 y 6,4%<br />

en varones y mujeres, respectivamente. Son de destacar el sesgo de<br />

sexo que arrojan las cifras, la ausencia de datos sobre población adulta<br />

y la mayor prevalencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria<br />

No Específicos (TCANE).<br />

Alguno de estos aspectos se encuentra también en las pocas cifras<br />

que se manejan a escala oficial. El Protocolo de los TCA del Instituto<br />

Nacional de la Salud (In<strong>salud</strong>, 1995) aceptó en su momento<br />

una prevalencia cercana al 1% para la anorexia y del 2 al 3% para la<br />

bulimia, con una incidencia nueve veces mayor en mujeres que en<br />

hombres. Por su parte, la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos<br />

de la Conducta Alimentaria publicada en fecha relativamente reciente<br />

(Ministerio de Sanidad y Consumo/Generalitat de Catalunya, 2009)<br />

se remite a varios estudios realizados en España en la población considerada<br />

de mayor riesgo (mujeres de entre 12 y 21 años) para fijar una<br />

prevalencia del 0,14% al 0,9% para la anorexia, del 0,41% al 2,9% para<br />

la bulimia y del 2,76% al 5,3% para los TCANE. La prevalencia global<br />

en mujeres sería de entre el 4,1% y el 6,41%. Pese a existir menos estudios<br />

para el caso de varones, los datos serían de 0% para anorexia,<br />

de 0% a 0,36% para bulimia y de 0,18% a 0,77% para los TCANE. El<br />

resultado arroja una prevalencia global en hombres de 0,27 a 0,90%.<br />

La misma guía subraya el incremento de casos, su extensión hacia<br />

franjas de edad cada vez más amplias y desde la práctica exclusividad<br />

femenina a los casos en varones.<br />

Nos hallaríamos, así pues, ante un problema creciente que tendría<br />

un claro vector de género. Algunos estudios permiten caracterizar<br />

este componente. Por ejemplo, un trabajo sobre 482 universitarios<br />

de la Universidad de Vigo muestra un mayor impulso para adelgazar<br />

y una mayor insatisfacción corporal en las chicas, con datos como un<br />

mayor porcentaje de realización de dietas, de ejercicio físico excesivo,<br />

miedo a ganar peso, deseo de pesar menos y distorsión de imagen corporal.<br />

Datos especialmente relevantes cu<strong>and</strong>o el IMC de las chicas resultaba<br />

más bajo que el de los chicos (Lameiras y otros, 2003). Perpiñá<br />

y Baños (1990) añaden un aspecto más a partir de un estudio sobre 83<br />

mujeres adolescentes: afirman que existe una relación entre creer que<br />

se pesa más (o desear bajar peso) y sobreestimar el tamaño corporal.<br />

Algunos datos oficiales son coherentes con los que ofrecen estos estudios.<br />

Así, como se observa en los gráficos 3 y 4, existe una diferencia

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