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Alimentación salud y cultura - SANHISO C. International health and ...

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AlimentAción, sAlud y culturA: encuentros interdisciplinAres<br />

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proporcionado. Es a partir de los años setenta cu<strong>and</strong>o empiezan los<br />

problemas postransicionales asociados a la abundancia. Localidades<br />

como Moraira habían empeorado en cuanto a la buena nutrición, se<br />

había iniciado la destrucción del territorio, la edificación se había intensificado<br />

masivamente, las madres e hijas trabajaban y, así, tenían<br />

que comprar alimentos que se cocinaran rápidamente; y, consecuentemente,<br />

los hábitos alimentarios se deterioraron en muchos casos<br />

(Esplugues, Fornés, Banyuls y Ronda, 2009).<br />

En la década de los ochenta se incrementó el consumo de calorías,<br />

azúcares y grasas. En 1987, los lípidos aportaban un 42% de la<br />

energía, la misma que los hidratos de carbono. Además, las proteínas<br />

de origen animal representaban el 65% de los 93,5 gramos de proteína<br />

consumida por persona y día (Varela, Moreiras y Carbajal, 1988). La<br />

influencia del sector turístico en la comida tradicional se tradujo en<br />

un menor consumo del aceite de oliva tradicional y en la utilización<br />

de grasas de adición menos <strong>salud</strong>ables. Se empezó a comer fuera de<br />

casa y, progresivamente, la mujer se fue incorporado al mundo del<br />

trabajo, con lo que las compras resultaban menos organizadas, las comidas<br />

más rápidas y se empezaban a perder tradiciones culinarias<br />

más <strong>salud</strong>ables pero de elaboración más compleja (Serra y Bautista,<br />

2007: 189). La última década del siglo XX resultó todavía más traumática<br />

desde el punto de vista nutricional. Se incrementó el consumo de<br />

productos de elaboración industrial, como los destinados a aperitivos,<br />

postres, alimentos precocinados o listos para servir, bollería y pastelería;<br />

se realizaban más comidas fuera de casa, empezaron a proliferar<br />

los establecimientos de fast food y de máquinas de vending, además<br />

de incrementarse la publicidad de productos menos adecuados desde<br />

el punto de vista de la nutrición. Todo ello coincidió con la <strong>cultura</strong> del<br />

ocio sedentario (Serra y Bautista, 2007: 189). Consecuentemente, dio<br />

comienzo la epidemia de la obesidad, especialmente en la población<br />

infantil, como anotamos en la introducción.<br />

Frente al panorama que acabamos de describir, ha aumentado<br />

de forma paralela el interés por la nutrición comunitaria debido al<br />

aumento del riesgo cardiovascular y la obesidad, atribuidos ambos a<br />

hábitos alimentarios y de actividad física cada vez menos <strong>salud</strong>ables.<br />

Al mismo tiempo, se ha recuperado el interés por la dieta mediterránea,<br />

que se ha convertido en el referente al que hay que dirigirse, a<br />

pesar de las gr<strong>and</strong>es dificultades que suponen los cambios de hábitos<br />

alimentarios.

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