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colocar su nombre en La Tabla. Aquellos repugnantes empresarios sin

escrúpulos no pararían hasta que encontraran a alguien tan tonto, o

desesperado, que acabara por claudicar y venderles la información que

necesitaban.

Mi primer impulso fue borrar todas las copias del e-mail y hacer como si

no lo hubiera recibido nunca. Pero cambié de opinión. Llegué a la conclusión

de que era mejor saber con exactitud qué era lo que quería ofrecerme IOI.

Tampoco pensaba dejar escapar la oportunidad de conocer a Nolan Sorrento,

el infame líder de los sixers. Si el encuentro se producía vía chatlink no

podía existir peligro, siempre que tuviera cuidado con lo que decía.

Estuve tentado de teletransportarme hasta Incipio antes de la

«entrevista» para comprarle una piel nueva a mi avatar. Un traje a medida,

tal vez. Algo vistoso y caro. Pero luego lo pensé mejor. Yo no tenía que

demostrar nada a ese gilipollas. Además, era famoso. Llegaría a la reunión

con la piel de serie y con mi actitud despectiva. Escucharía su oferta y les

diría que se fueran a la mierda. Tal vez grabara toda la conversación y la

colgara en YouTube.

Me preparé para el encuentro entrando en un buscador y averiguando

todo lo que pude sobre Nolan Sorrento. El tipo tenía un doctorado en

Telecomunicaciones. Antes de convertirse en jefe de Operaciones de IOI

había sido un importante diseñador de juegos y supervisado la creación de

varios juegos de rol para terceros, juegos que podían jugarse en Oasis. Yo

había jugado a todos ellos y lo cierto es que eran bastante buenos. Había sido

un buen diseñador, antes de vender el alma al diablo. Estaba claro por qué

IOI lo había contratado para dirigir a sus lacayos. Suponían que, tratándose

de un diseñador, tendría más probabilidades de resolver el gran

rompecabezas virtual de Halliday. Pero Sorrento y los sixers llevaban más

de cinco años intentándolo y no tenían ningún resultado que mostrar. Dado

que los nombres de algunos avatares aparecían en La Tabla en un goteo

incesante, los peces gordos de IOI debían de estar cagados. Era muy

probable que Sorrento estuviera recibiendo muchas presiones de sus

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