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encontraran en él. Cuando agarrabas algo, abrías una puerta o conducías un

vehículo, los guantes hápticos te hacían sentir aquellos objetos y superficies

inexistentes, como si en realidad se encontraran ahí, delante de ti. Los

guantes te permitían, como se decía en los anuncios de la tele, «llegar a

Oasis y tocarlo». Combinados, el visor y los guantes convertían la

experiencia de acceder a Oasis en algo que no se parecía a nada conocido y,

una vez que la gente lo probaba, ya no había vuelta atrás.

El software que cargaba la simulación, el nuevo Motor de Realidad de

Oasis, creación de Halliday, supuso también un inmenso avance tecnológico.

Logró vencer las limitaciones de software que habían lastrado los anteriores

intentos de crear realidades virtuales. Además de lo limitado de su tamaño,

los MMO anteriores también se veían obligados a ajustar el número de

poblaciones virtuales, que por lo general no podían superar unos pocos miles

de usuarios por servidor. Si se conectaba mucha gente a la vez, la simulación

se volvía muy lenta y los avatares quedaban congelados en pleno

movimiento, mientras el sistema hacía esfuerzos por mantener el ritmo. Pero

Oasis usaba un «servidor matriz tolerante al error», que podía obtener

potencia adicional de cada ordenador que estuviera conectado a él. En el

momento de su lanzamiento, Oasis podía incorporar a cinco millones de

usuarios simultáneamente, sin retraso alguno ni posibilidad de colapso del

sistema.

Una gigantesca campaña de marketing promovió el lanzamiento de

Oasis. Por sus dimensiones, no se parecía a nada que se hubiera anunciado

antes. Los constantes anuncios de televisión e internet, así como los de las

vallas publicitarias, mostraban un oasis frondoso con sus palmeras y su

charca de agua azul, cristalina, rodeado por un desierto desolado.

El nuevo lanzamiento de GSS fue un éxito rotundo desde el primer día.

Oasis era lo que la gente llevaba decenios esperando. La «realidad virtual»

que llevaban tanto tiempo prometiéndoles había llegado al fin y era aún

mejor de lo que habían imaginado. Oasis era una utopía online, un simulador

doméstico. Y lo mejor de todo: era gratuito.

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