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nivel inferior de mi fortaleza. Unas luces azules parpadeaban a lo largo de la

pista, que recorría el centro del hangar hasta alcanzar dos impresionantes

puertas blindadas, que se alzaban en el extremo más alejado. Esas puertas

daban al túnel de lanzamiento, que conducía a un par de puertas idénticas

encajadas en la superficie del asteroide.

Allí, a la izquierda de la pista, aguardaba mi caza Ala-X, gastado de

tanto combatir. Aparcado a la derecha, mi DeLorean. Y en el centro de la

pista, se recortaba la nave espacial que usaba con más frecuencia: la

Vonnegut. Max ya había encendido los motores, que emitían un zumbido

sordo y continuo que inundaba el hangar. La Vonnegut era una nave de

transporte tremendamente modificada, a imagen y semejanza de la Serenity,

el vehículo espacial de la serie televisiva Firefly. Al principio, cuando la

adquirí, la llamaba Kaylee, pero al poco la rebauticé en honor a uno de mis

novelistas favoritos del siglo XX. Su nuevo nombre figuraba en un lateral

del casco gris abollado.

La Vonnegut había sido el botín de guerra arrebatado a una facción del

clan de los Oviraptor, que imprudentemente había intentado secuestrar mi

Ala-X mientras recorría un extenso grupo de mundos del Sector 11,

conocido como el Whedonverse. Los Oviraptors eran unos cabrones

prepotentes que no tenían ni idea de con quién se estaban metiendo. Yo ya

estaba de un humor de perros antes incluso de que abrieran fuego contra mí.

De no haber sido así, lo más probable es que les hubiera dado esquinazo

acelerando hasta alcanzar la velocidad de la luz. Pero ese día me dio por

tomarme su ataque como algo personal.

Las naves eran como casi todo lo demás en Oasis. Cada una contaba con

atributos, armas y velocidades específicas. Mi Ala-X era mucho más

maniobrable que la aparatosa nave de transporte de los Oviraptor, por lo que

no me supuso ningún problema evitar las ráfagas constantes de sus armas de

saldo, mientras yo los bombardeaba con rayos láser y torpedos de protones.

Tras inutilizar sus motores, subí al abordaje en su nave y procedí a matar a

todos los avatares que la ocupaban. El capitán intentó disculparse al ver

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