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Frobozz formaba parte de un grupo de varios centenares de mundos poco

visitados conocido como el Racimo XYZZY. Se trataba de planetas creados

en los primeros días de Oasis y cada uno de ellos recreaba el entorno de

alguno de los juegos clásicos de aventuras de textos, también llamados MUD

(multi-user dungeon, es decir, mazmorras para múltiples usuarios). Todos

ellos eran una especie de santuario, un homenaje interactivo a los primeros

precursores de Oasis.

Los juegos de aventuras de comandos de texto (llamados, en ocasiones,

de «ficción interactiva» por los estudiosos modernos), recurrían a la

escritura para crear el entorno virtual donde habitaba el jugador. El

programa del juego te proporcionaba una sencilla descripción del ambiente y

te preguntaba qué querías hacer a continuación. Para desplazarte o

interactuar en ese entorno virtual debías teclear órdenes de texto; es decir,

decías al juego qué querías que hiciera tu avatar. Esas instrucciones debían

ser muy simples y, por lo general, se componían de dos o tres palabras del

tipo «ir sur» o «desenvainar espada». Si un comando era demasiado

complicado, el rudimentario motor de análisis sintáctico no era capaz de

entenderlo.

El primer juego de texto al que había jugado se llamaba Colossal Cave y,

al principio, el interfaz de texto me había parecido demasiado rudimentario

y simple. Sin embargo, después de jugar durante unos minutos, me sentí

sumergido enseguida en la realidad creada por las palabras de la pantalla. No

sé por qué, pero las sencillas descripciones de dos frases de aquel juego

lograban invocar en mi mente imágenes muy vívidas.

Zork era uno de los juegos de texto más antiguos y famosos que existían.

Según mi Diario del Grial, sólo había jugado hasta el final en una ocasión,

hacía más de cuatro años, y lo había hecho en un día. Desde entonces, en una

exhibición imperdonable de ignorancia supina, me había olvidado de dos

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