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cero. Se llegaba a ella, simplemente, dando un salto para separar los pies del

suelo, como Superman cuando despegaba, y se «nadaba» en el aire para

llegar a la «zona de marcha» exenta de gravedad.

Al entrar, miré hacia arriba —o hacia lo que para mí quedaba arriba en

ese momento— y estudié todo durante largo rato. El local estaba a tope.

Centenares de avatares se movían de un lado a otro como hormigas en el

interior de un globo vacío. Otros habían salido ya a la pista de baile y

giraban sobre sí mismos, volaban, se retorcían y daban tumbos al ritmo de la

música, que atronaba desde unos altavoces esféricos flotantes que parecían ir

a la deriva por toda la discoteca.

En medio de quienes bailaban, una gran burbuja transparente permanecía

suspendida en el espacio, ocupando el centro del local. Ésa era «la cabina»

en la que el disc jockey ejercía su oficio rodeado de platos, mezcladores,

cuadros de sonido y mandos. En ese momento, ocupaba la tarima el disc

jockey telonero, R2-D2, que usaba sus brazos robóticos para darlo todo a los

platos. Reconocí la melodía que estaba sonando: un remix de 1988 de la

canción Blue Monday, de New Order, con gran cantidad de efectos

especiales de los androides de La guerra de las galaxias incluidos. Al

avanzar en dirección a la barra más cercana, los avatares con quienes me

cruzaba se detenían a mirarme y me señalaban con el dedo. No les presté

demasiada atención, porque lo que quería era encontrar a Art3mis.

Cuando llegué a la barra, pedí un detonador gargárico pangaláctico a la

camarera klingon, y me bebí la mitad de un trago. R2 puso entonces otro

clásico de los ochenta. «Union of the Snake —dije en voz alta, sonriendo,

pues identificar todo lo que tenía que ver con esa década se había convertido

ya en costumbre para mí—. Duran Duran, 1983.»

—No está mal, fenómeno —dijo una voz familiar en un tono lo bastante

alto para hacerse oír por encima de la música.

Al volverme vi a Art3mis, que estaba de pie detrás de mí. Llevaba ropa

de noche: un vestido azul metálico que parecía pintado con espray. El pelo

castaño oscuro de su avatar peinado a lo paje, lo que delimitaba a la

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