02.08.2021 Views

ready-player-one-ernest-cline

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Estás seguro de lo que dices?

—Sí. Estoy seguro porque es verdad.

Volvió a sonreírme, pero me di cuenta de que, al mismo tiempo, estaba

llorando.

—Siento mucho haber roto contigo —dijo—. Haber desaparecido de tu

vida. Es que…

—No digas nada. Ahora entiendo por qué lo hiciste.

Ella pareció aliviada.

—¿Sí?

Asentí.

—Hiciste bien.

—¿Lo crees en serio?

—Hemos ganado, ¿no?

Esbozó una sonrisa, y yo se la devolví.

—Oye —le dije—. Podemos ir todo lo despacio que quieras. Cuando me

conozcas mejor verás que soy un buen chico.

Se echó a reír y se secó las lágrimas, pero no dijo nada.

—Y no sé si te he comentado que soy muy, muy rico —añadí—. Claro

que tú también lo eres, o sea que supongo que eso no será un gran punto a mi

favor.

—No hace falta que sigas vendiéndote, Wade —dijo ella—. Eres mi

mejor amigo. Mi persona favorita. —No sin cierto esfuerzo, me miró a los

ojos—. Te he echado mucho de menos, ¿sabes?

Sentí como si se incendiara mi corazón. Armándome de valor, tomé su

mano. Permanecimos allí sentados un rato, de la mano, recreándonos en

aquella sensación tan rara de tocarse de verdad.

Al poco, ella se inclinó hacia mí y me besó. Y yo sentí lo que todas

aquellas canciones y poemas me prometían que sentiría. Maravilloso. Como

atravesado por un rayo.

Y entonces pensé que, por primera vez desde que tenía memoria, no

sentía el menor deseo de regresar a Oasis.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!