02.08.2021 Views

ready-player-one-ernest-cline

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

un palacio fortificado en Benatar, la pequeña luna de su propiedad. Soltaba

cintas de casete con canciones y notas, sobre su palacio, desde el aire, como

si se tratara de bombas de un enfermo de amor. Una vez, en un acto de

extrema desesperación, permanecí ante las puertas de su palacio durante dos

horas seguidas, con un radiocasete en la cabeza que emitía In Your Eyes, de

Peter Gabriel. Pero ella no salió. Ni siquiera sé si estaba en casa.

Llevaba ya más de cinco meses viviendo en Columbus y hacía ocho

largas y agónicas semanas que no hablaba con Art3mis. Sin embargo, no me

había dedicado a lloriquear ni a compadecerme de mí mismo durante ese

tiempo. Bueno, no me había dedicado sólo a eso. Había intentado disfrutar

de mi «nueva vida» de gunter viajero mundialmente famoso. A pesar de

haber llevado a mi avatar a su máxima potencia, seguía adelante con la

búsqueda y añadía, a mi ya impresionante colección de armamento, objetos

mágicos y vehículos, que guardaba en una cámara acorazada oculta en el

corazón de mi fortaleza. Las misiones me mantenían ocupado y me servían

de distracción en mi estado de soledad y aislamiento, que cada vez sentía

con más intensidad.

Después de que Art3mis me dejara, intenté retomar el contacto con

Hache, pero las cosas ya no eran como antes. Nos habíamos distanciado y yo

sabía que era culpa mía. Nuestras conversaciones se movían entre la reserva

y la cautela, como si los dos temiéramos revelar algo que el otro pudiera

usar en su beneficio. Se notaba que ya no confiaba en mí. Y si yo me había

obsesionado con Art3mis, él parecía obsesionado con ser el primer gunter en

encontrar la Llave de Jade. Pero hacía ya casi un año que habíamos

franqueado la Primera Puerta y la ubicación de la Llave de Jade seguía

siendo un misterio.

Llevaba prácticamente un mes sin comunicarme con Hache. Nuestra

última conversación había degenerado en un concurso de gritos que terminó

cuando yo le recordé que él «no habría encontrado siquiera la Llave de

Cobre» si yo no lo hubiera conducido directamente hasta ella. Él me miró

fijamente un segundo antes de desconectarse de la sala de chat. Testarudo y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!