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juego original: uno de los «sabios» de la mazmorra apareció en la pantalla

con un bocadillo de cómic saliendo de su boca: «Gracias. Estoy en deuda

contigo. Por favor, acepta un robot gigante como premio.»

Una larga hilera de iconos de robot apareció entonces bajo el hombre

sabio, en sentido horizontal en la pantalla. Descubrí que moviendo el

joystick a izquierda y derecha era posible escoger entre una lista de más de

cien «robots gigantes». Cuando se preseleccionaba uno, a su lado aparecía

información sobre sus características y armamento.

No los reconocí a todos, pero sí a la mayoría. Identifiqué a Gigantor, a

Tranzor Z, el Gigante de Hierro, a Jet Jaguar, a Giant Robo, el gigante con

cabeza de esfinge de Johnny Sokko y su robot volador, la serie completa de

juguetes de los Guerreros Shogun y muchos de los mecanos que aparecían en

las series de animación Macross y Gundam. Once de ellos estaban

sombreados y marcados con cruces rojas, y no podían identificarse ni

seleccionarse. Deduje que eran los que habían escogido Sorrento y los demás

sixers que habían franqueado la puerta antes que yo.

Como parecía que, en efecto, estaba a punto de recibir una copia real y

operativa del robot que seleccionara, estudié con atención todas las

opciones, buscando la que pareciera más potente y bien armada. Pero me

detuve en seco al descubrir a Leopardon, el robot gigante con capacidad para

transformarse que usaba Supaidaman, la encarnación de Spiderman que

aparecía en la televisión japonesa a finales de los setenta. Yo había

descubierto Supaidaman durante mis investigaciones y, por algún motivo,

me había obsesionado con la serie. O sea, que a partir de ese momento dejó

de importarme que Leopardon no fuera el robot más poderoso de los

disponibles. Debía tenerlo de todos modos.

Seleccioné el icono y pulsé el botón de disparar. En lo alto de la consola

de Black Tiger apareció una réplica de Leopardon de treinta centímetros. Lo

agarré y lo añadí a mi inventario. No venía con instrucciones y el campo

destinado a la descripción del artículo estaba en blanco. Me dije que lo

examinaría más tarde, cuando regresara a mi fortaleza.

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