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al podio de los más altos honores.

Otros gunters ya habían descubierto aquel mensaje oculto, claro, pero

todos ellos habían sido lo bastante prudentes para no revelarlo. Al menos

durante un tiempo. Unos seis meses después de haber descubierto los versos

camuflados, un bocazas de primero de carrera que estudiaba en el MIT

también los encontró. Se llamaba Steven Pendergast y quiso acceder a sus

quince minutos de fama compartiendo su «hallazgo» con los medios de

comunicación. En los informativos, durante un mes, se sucedieron las

entrevistas a aquel gilipollas, que de todos modos no tenía la menor idea del

significado del mensaje. A partir de aquel caso, hacer pública una pista sobre

La Cacería pasó a conocerse como «hacer un pendergast».

Una vez que el mensaje pasó a ser del dominio público, los gunters

empezaron a llamarlo «La quintilla». Hacía ya cuatro años que el mundo

entero tenía conocimiento de ella, pero nadie parecía entender su verdadero

significado, y la Llave de Cobre todavía estaba por descubrir.

Yo sabía que Halliday había usado con frecuencia acertijos similares en

muchos de sus primeros juegos de aventuras y que cada uno de ellos cobraba

sentido en el contexto del propio juego. De modo que dediqué una sección

completa de mi Diario del Grial a descifrar «La quintilla», verso a verso.

«Llave de Cobre aguarda a exploradores.»

Ese verso parecía bastante directo y no parecía contener ningún

significado oculto.

«En un sepulcro repleto de horrores.»

Ése ya era más difícil. Tomado literalmente, parecía decir que la llave se

encontraba escondida en alguna tumba, una tumba llena de cosas

horripilantes. Entonces, en el curso de mis investigaciones, había

descubierto un suplemento de Dragones y mazmorras llamado «La tumba de

los horrores», publicado en 1978. Desde el momento en que vi el título supe

que el segundo verso de la pista hacía referencia a él. Halliday y Morrow se

habían pasado sus años de instituto jugando a la versión avanzada de

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