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suelo y aterrizó de lado.

Los miles de avatares que observaban desde el caótico campo de batalla,

a nuestro alrededor, estallaron en vítores.

Salí volando por los aires y ascendí medio kilómetro en línea recta.

Entonces me dejé caer, con los pies por delante, apuntando los talones

directamente a la espalda curvada de Mechagodzilla. Cuando se produjo el

impacto, oí que en el interior de la bestia algo se partía bajo mi impulso y mi

peso. De la boca del dinosaurio empezó a salir humo y el brillo azul de sus

ojos desapareció.

Ejecuté una voltereta hacia atrás y aterricé, agazapado, tras el robot que

seguía tendido. El único brazo que seguía funcionando se agitaba sin parar,

al tiempo que la cola y las patas iban de un lado a otro. Sorrento parecía

forcejear con los mandos, en un intento desesperado por lograr que la bestia

se pusiera en pie.

A continuación seleccioné Yatsuaki Kohrin de mi menú de armas: el

Ultra-Slice. Al momento, un filo circular, brillante, rodeado de azul

eléctrico, apareció en mi mano derecha, girando rápidamente. Apuntándolo

contra Sorrento, lo solté con un golpe de muñeca, como si se tratara de un

frisbee. Rasgó el aire con un chirrido e impactó en el estómago de

Mechagodzilla. La sierra de energía partió su piel metálica como si estuviera

hecha de tofu, partiendo el robot en dos mitades. Justo antes de que la

máquina explotara, la cabeza se separó del cuello. Sorrento había conseguido

saltar. Pero como el lagarto gigante ya se encontraba en el suelo, la cabeza

rodó a ras de suelo. Sorrento se hizo rápidamente con la situación y los

cohetes que asomaban a la cabeza se encendieron y lo elevaron rápidamente

por los aires. Sin darle tiempo a que llegara muy lejos, crucé los brazos de

nuevo y le disparé otro rayo Specium, que impactó en aquella cabeza que

huía como si de una paloma de barro se tratara. La gran explosión que siguió

la desintegró al momento.

La multitud enloqueció.

Revisé La Tabla y constaté que, en efecto, el número de empleado de

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