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—Y, de momento, no se ha equivocado en una sola réplica —añadió

Shoto.

Estuve a punto de soltar un taco en voz alta, pero me contuve y tecleé:

«¡MIERDA!»

—Exacto —dijo Art3mis.

Aspiré hondo y volví a concentrarme en la escena. (El cuento de sir

Lancelot). Hache seguía proporcionándome información sobre los sixers

cuando se la pedía.

Al llegar a la escena final de la película (el asalto al castillo francés),

empecé a ponerme nervioso de nuevo, a preguntarme qué ocurriría a

continuación. En la Primera Puerta había tenido que meterme en una

película (Juegos de guerra), para la Segunda había tenido que jugar a un

videojuego (Black Tiger). Hasta el momento, la Tercera Puerta contenía

ambas cosas. Sabía que habría un tercer estadio, pero no tenía la menor idea

de en qué podía consistir.

La respuesta me llegó minutos después. Tan pronto como hube

completado la escena final de Los caballeros de la mesa cuadrada, el

visualizador se puso en negro y sonó aquella musiquilla idiota de órgano que

pone fin a la película. Cuando terminó pude leer lo siguiente:

¡FELICIDADES!

HAS LLEGADO AL FINAL

READY PLAYER ONE

Y entonces, mientras el texto se difuminaba, me encontré en medio de

una habitación forrada de madera, tan grande como un almacén, de techo

altísimo y abovedado y suelo de parqué pulido. No había ventanas, y sólo

una salida; una puerta grande de doble hoja en una de las cuatro paredes

desnudas. En el centro de aquella inmensa estancia se destacaba un equipo

de inmersión de Oasis, sofisticado pero algo más antiguo. Más de cien mesas

de cristal rodeaban el equipo. Estaban dispuestas formando un gran óvalo a

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